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Análisis

Antonio morillo crespo

Sócrates y mi amigo Juan

Lo verdaderamente importante es el hoy y el mañana,lo demás...

Dirán ustedes que qué tiene que ver nada menos el insigne filósofo griego con mi amigo Juan. Y en verdad no tienen razón en el tiempo, pero sí en la filosofía. Son comparaciones que se me ocurren leyendo (siempre estoy leyendo historia) y el palique que uno tiene con sus amigos todos los días. Y entre estas figuras he encontrado un porqué.

Sócrates tenía un conjunto de jóvenes que eran ni más ni menos que sus alumnos, se reunían con él para escuchar sus doctrinas y quedaban asombrados y admirados de su profundo saber y de su sana filosofía.

Pues en aquel lejano tiempo (399 a. de JC) le culpaban los políticos de que maleducaba a los jóvenes porque les exhortaba a que la virtud era la clave para una vida feliz y que no lo hicieran todo a decidir por teorías más o menos generalizadas y tópicas. Los jóvenes estaban muy contentos con él y seguían sus enseñanzas. Hasta tanto que los mandamás le conminaron a que o abandonaba sus teorías y pensamientos o lo condenaban a muerte. El escogió lo segundo antes que renunciar a sus propias enseñanzas.

Rodeado de sus alumnos y ya condenado a muerte, eligió morir bebiendo un vaso de cicuta. Ellos lloraban y lloraban, más Sócrates les consoló diciéndoles que él no tenía dolor alguno y que estaba encantado, porque la muerte lo único que hacía era separar de su cuerpo el alma que era inmortal y por ende estaba feliz. Su alma era inmortal.

Pasamos al otro capítulo. Yo acostumbro (no quiero parecer que pretendo emular a Sócrates) decir a mis amigos: “Cuando me muera no vayas a mi entierro, porque yo no me voy a enterar. En todo caso, me dedicas un recuerdo”.

Y uno de los que me oían, Juan, me respondió muy filosóficamente: “Lo mismo le digo yo a mi mujer, que cuando me muera no me compre flores, sino que el dinero que emplearía en ellas me lo diera ahora y con él, tomarme unas cervezas con amigos”.

¿Quién de ustedes no piensa más de una vez en el más allá. A veces medio durmiendo, otras en plena luz del día... Qué me pasará entonces, dónde terminaré. Aparte de la fe, cuando estamos ciertos de que hay otra vida y que será eterna y que el sitio donde estaremos dependerá de nuestras acciones en el trascurso de nuestra vida. No hay duda que alguna que otra vez salta el pensamiento.

Tanto el insigne filósofo griego Sócrates como mi amigo Juan nos han dado una lección. Que lo más importante es la de ahora, lo que estamos viviendo, que tras las cicuta, el alma se separa del cuerpo y vivirá eternamente, libre de toda carga. Lo verdaderamente importante es el hoy y el mañana, lo demás …..

P.D. Ustedes me tendrán que perdonar pero estoy de Carles Puigdemont y su cuadrilla hasta…

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