Fiestalandia de la Frontera

18 de diciembre 2025 - 03:06

Hoy en día, las ciudades se basan en el turismo foráneo, más que en el propio. Una excepción llamativa es lo que todos los años podemos ver en Ifeca, donde los más pequeños, sobre todo, y los mayores, tienen la posibilidad de disfrutar de atracciones, juegos y actividades educativas en Juvelandia. Desde hace más más de tres décadas es una apuesta segura para Jerez y para toda la provincia. Tiene sus detractores, pero son más los que lo alaban. Ha querido tener sucedáneos e imitadores pero no lo consiguen. La buena infraestructura del espacio, la ubicación, la amplitud de metros y la coordinación entre instituciones hacen posible un engranaje particularmente difícil pero efectivo y muy atrayente en la época navideña, lo que lo convierte en un espectáculo admirado y muy demandado por familias de toda la provincia y de otras cercanas.

No podemos decir lo mismo de las otras fiestas. Las que estos días llenan plazas y bares al aire libre o en carpas habilitadas para la ocasión con o sin candelas en el centro. Las que en los últimos años se han erigido como la abanderada de una forma diferente de celebrar la Navidad por parte de nuestros ancestros y que a fuerza de machacarlas estamos consiguiendo desvirtuarlas. Zambombas que no son lo que eran, salvo excepciones. Botellones improvisados que denigran la imagen. Reuniones que solo buscan el beneficio económico.

Una pena que aquellas alegrías por la llegada de época navideña alrededor de una buena lumbre no se hayan estudiado y analizado para dotarlas de un protocolo que las enorgullezca y que realmente sean consideradas bien de interés cultural. No, la amalgama de suciedad, excrementos y mal olor que una ciudad milenaria no se merece. Claro, que para eso, hay que saber actuar y tener conciencia de que somos legatarios de tradiciones y responsables para futuras generaciones. Los arrabales de la ciudad serán testigos siglos venideros.

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