Análisis

Manuel Barea Patrón

Verano en la Sierra: pongamos por caso Grazalema

Doña Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (1796-1877), cuyo pseudónimo era Fernán Caballero, casi gaditana portuense (o sin 'casi'), veraneaba entre Bornos y Dos Hermanas (Sevilla), como nos cuenta en La Gaviota (1849). Esta tradición del veraneo de interior sigue siendo a día de hoy una magnífica alternativa a la tópica de 'sol y playa'. Si el forastero se decide por Grazalema y la Sierra de Cádiz en julio, podrá conoce el ambiente festivo en torno a la Virgen del Carmen y el toro enmaromao, una tradición grazalemeña y seña de identidad popular, tanto local como comarcal: 'El toro de la Virgen', del que apenas se hizo eco el antropólogo Julian Pitt-Rivers cuando realizó su trabajo de campo en Grazalema allá por los años de 1949 a 1952. Con la pandemia son ya dos años sin celebrarla, pero los grazalemeños/as lo asumen con disciplina, responsabilidad y comprensión. Ha habido la tradicional función religiosa a la Virgen en la iglesia de San José. El Lunes de la Virgen a las ocho de la mañana el negro toro bajaría por las calles Nueva y Las Piedras veloz como una centella hacia la Plaza de España. Los mozos y mozas habrían soltado la maroma, imposible parar la fuerza de la testuz del morlaco... unas escenas indescriptibles. A mediodía saldría de nuevo para complacer a los jopiches (el barrio bajo) ante la plaza del Ayuntamiento, y a la tarde lo haría en la Puentezuela para los jopones (el barrio alto). La gente ha revivido estos días como si esas imágenes fuesen reales porque están en el corazón de todos/as.

La peña 'Lunes del Toro de Cuerda' ha diseñado la nueva camiseta 2021, muestra de que la fiesta sigue viva y no se olvidan las tradiciones. En estos días los hijos del pueblo vuelven a Grazalema y el ambiente, dentro de las limitaciones, es familiar y apacible. Este año no han venido los vecinos serranos de Villaluenga del Rosario, Benaocaz, Ubrique, Montecorto, Zahara de la Sierra, Benamahoma, El Bosque… a correr el toro, pero han estado allí in mente, junto a los grazalemeños, en la plaza de España, la del Ayuntamiento y el Casino, la de la iglesia de la Aurora, la del pueblo, añorando el ambiente. Las tradiciones hacen la historia, y la del Toro de Cuerda de Grazalema forma parte de ella. Esperemos que vuelva en la fiesta de la Virgen del Carmen en el 2022.

Pero como complemento a estos festejos añejos, también se puede disfrutar en Grazalema de una noche de teatro al aire libre en la alameda del Tajo, bajo las estrellas, con una temperatura de 21 grados, aire acondicionado natural, a 820 metros de altitud. La localidad serrana de los pinsapos cuenta con aficionados al género dramático, el Grupo de Teatro Grazalema, fundado en el año 2010, formado por diez entusiastas y altruistas personas locales (cinco actrices y otros tantos actores) bajo la dirección de la grazalemeña Paca Calle. Llevan más de diez obras representadas en su currículum, de carácter cómico, sainetes, siempre bienvenidos, con ligeros 'toques' sociológicos (docere, delectare et movere que decía Cicerón). Este año han representado Vamos a contar mentiras, del dramaturgo madrileño Alfonso Paso, obra estrenada en 1961 en Madrid. La colaboración de los asistentes la destinan a la fundación 'Cris' de ayuda contra el cáncer. El próximo 31 de agosto volverán a las tablas con Historias íntimas del paraíso, original del autor catalán Jaime Salom, estrenada en 1978, una obra que plantea el muy actual tema de la igualdad de derechos entre hombre y mujer, y cuya entrada dedicarán en este caso también a fines solidarios.

La Sierra, toda y no solo Grazalema, hace décadas que ofrece un programa muy sugerente para los amantes de la tranquilidad, la vida sosegada y el descanso, sin olvidar las excelentes piscinas, como las de Prado del Rey -con agua salada del manantial romano de Iptuci-, El Bosque, Benamahoma, del Tajo de Grazalema, de Villaluenga o de Benaocaz, que refrescan la canícula. O las rutas mañaneras con temperaturas ideales: la senda boscosa del Majaceite o paseos por las alturas a los puertos de Las Palomas (1.357 metros), del Boyar (1.103) o de Los Alamillos (822) son propuestas muy sugerentes. O bien un recorrido al atardecer por la Manga de Villaluenga o el balcón de Benaocaz, rodeando las Sierras del Endrinal y del Caíllo. No solo de playas se hace el agosto. El factor altitud suaviza las temperaturas y en esta zona se está entre los 700 y 1.200 metros.

Finalmente, no se olvide que Grazalema fue conocida como 'Cádiz el chico', vaya arte y hermanamiento con la capital. Estoy seguro de que mis amigos grazalemeños, entre ellos mi querido Guillermo Castro García -asiduo lector de este periódico desde hace más de medio siglo-, me comprenden. ¡A ver si el año que viene es posible volver a la normalidad y matamos el bicho para siempre!

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