Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Hasta 1667 a ningún nacido en Jerez le fue concedido un título nobiliario. Fue al Marqués de Alcántara del Cuervo, dado por Carlos II. Anteriormente, los aristócratas jerezanos eran descendientes de nobles nacidos en otras localidades, o nobles forasteros que se afincaron en Jerez. Jerezanos nobles desde el repartimiento, ninguno.

Algo parecido ocurrió con los Panés. Como muchos otros genoveses, Juan de Panés y Condan recaló por Cádiz al olor del comercio con América y Carlos II le otorgó el título de Marqués de Villapanés, en 1700. Su nuera, la jerezana Petronila Pavón, enviudó joven y decidió volverse a su pueblo: con un joven vástago, rico y marqués; con nuevo marido y con proyectos inmobiliarios. Aunque el dinero fuera de los Panés, el palacio lo labran doña Petronila y Esteban Cesáreo Martínez, su segundo esposo. Ellos adquieren las siete casas necesarias para el primer proyecto, -una era ya de don Esteban-, y sabemos que se estaba construyendo en 1745.

Parece que se van a reparar las cubiertas y apuntalar algunos forjados. Es de agradecer si así se evita el desplome, pero manifiestamente insuficiente en un edificio de esta importancia histórica y arquitectónica. Una ciudad que es capaz de levantar la Avenida del Colesterol, pero dejar caer Villapanés o Riquelme, tiene confundido el orden de prioridades.

Esa ruina de la calle Empedrada albergó una de las bibliotecas, de acceso público, más afamadas de su época. A ella se refieren viajeros como Antonio Ponz o Conca alabando el carácter ilustrado de sus propietarios. Se conformó con otra que perteneció al marqués de la Cañada, pero fue incrementándose gracias a las aportaciones de los Villapanés. Como los buenos toreros, la biblioteca tuvo un final trágico ya que según cuenta la historia, -mechada de leyenda-, se hundió en el mar cuando era trasladada a la Génova natal de la estirpe. Premonitorio...

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