50 años de pinsapar público

Nunca una inversión pública tan pequeña ha sido tan rentable en la sierra de Cádiz

Hace 50 años que el ICONA, que se acababa de constituir, adquirió el pinsapar de la sierra del Pinar, decisión que tendría una gran trascendencia en la conservación de este valioso bosque, y en el devenir de los municipios de la zona. El pinsapar era ya un bosque famoso. Desde que en 1837 lo descubriera para la ciencia el botánico suizo Edmond Boissier, fueron numerosos los naturalistas, ingenieros, botánicos, y viajeros de todo tipo, sobre todo románticos extranjeros, que lo visitaron y escribieron sobre él. Todos coincidían en su mal estado, debido al sobrepastoreo, al carboneo y a la tala de miles de pinsapos que se realizó a principios del siglo XX para traviesas del ferrocarril Algeciras-Ronda. Su superficie fue decreciendo constantemente; sólo quedaban unos pocos miles refugiados en las zonas más escarpadas de la umbría de la sierra del Pinar.

Ya en 1927, Auguste Barbey, otro científico suizo y nieto de Boissier, tras visitar este pinsapar, propuso la conveniencia de que lo adquiriera el Estado para garantizar su conservación. Poco después, los ingenieros de montes Luis Ceballos y Manuel Martín Bolaños, autores del primer estudio de la vegetación forestal de la provincia de Cádiz, que sigue teniendo un enorme valor botánico e histórico, también propusieron que, igual que estaba en trámite la adquisición por el Estado del pinsapar de Ronda, se hiciera con el del Pinar. El pinsapar de la sierra de las Nieves fue adquirido por la Dirección General del Patrimonio del Estado al ayuntamiento de Ronda en 1943. El de la sierra del Pinar tendría que esperar tres décadas más.

Los dos montes que incluyen a los pinsapos en la sierra del Pinar -Puerto y Hoyo del Pinar-, fueron durante siglos un condominio entre el duque de Arcos --después, duque de Osuna- y los vecinos de las villas de Zahara de la Sierra y de las Cuatro Villas hermanas (Villaluenga, Grazalema, Ubrique y Benaocaz). A principios del siglo XX se terminan por privatizar, y en 1920 los adquirió Miguel Merencio Mesa, un terrateniente que, por entonces, era alcalde de Algodonales. Sus descendientes mantuvieron la propiedad hasta que en 1972 venden estos dos montes al ICONA por 18 millones de pesetas (en euros de hoy, 108.182, una cantidad casi ridícula). El ICONA adquirió miles de hectáreas de fincas forestales en lo que hoy es el Parque Natural Sierra de Grazalema, fundamentalmente para destinarlas a repoblaciones forestales con pinos. Afortunadamente, en la umbría de la sierra del Pinar se dejó que el pinsapar evolucionara de forma natural, lo que ha posibilitado una importante expansión, habiendo casi duplicado su superficie en este medio siglo.

Nunca una inversión pública ha sido tan rentable en la sierra de Cádiz. Por 18 millones de pesetas, se ha desarrollado una economía basada en los trabajos forestales, prevención y extinción de incendios, grupos de investigación y, sobre todo, el turismo rural que, promovido fundamentalmente por agentes locales, ha posibilitado el mantenimiento de la población con una aceptable calidad de vida, así como la rehabilitación de los pueblos blancos, en un contexto general de despoblamiento rural.

La declaración del Parque Natural Sierra de Grazalema en 1985 fue otro hito en la conservación y regeneración de los bosques de esta sierra, y ha favorecido de forma ostensible a las economías locales.

En el parque natural hay varios pinsapares más, desconocidos para el público. El único privado es el de la sierra del Hinojar. Ecologistas en Acción solicitó en 2018 a la Junta de Andalucía su adquisición. Lamentablemente, la Junta ha rechazado por dos veces la oferta de compra, demostrando un nulo interés por la incorporación al patrimonio público de otro importante y bello pinsapar, lo que garantizaría su conservación y regeneración, y posibilitaría su acceso a toda la ciudadanía, con la necesaria diversificación de la oferta de rutas para conocer los pinsapos. Hay que destacar que desde 1989 no se ha adquirido ninguna finca forestal por parte de la Junta de Andalucía en este parque natural, truncando el gran esfuerzo que hizo la administración forestal del Estado en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX, y la Junta de Andalucía en la primera época del parque natural.

50 años después, se puede asegurar que la adquisición del pinsapar de la sierra del Pinar por el Estado fue un acierto, que ha tenido una enorme repercusión en la recuperación de este valiosísimo bosque de abetos andaluces, en la conciencia y disfrute de las miles de personas que lo visitan cada año, y en la economía de los pueblos de su entorno.

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