Gumersindo Ruiz

La casa del milagro

Tribuna Económica

05 de septiembre 2023 - 00:00

Aunque la ciudad de Lahaina en Hawai ha quedado casi destruida por el fuego, me llamó la atención una casa de tejado rojo, intacta en el paisaje desolado, que vi en la NPR (National Public Radio). He sabido después que al número 271 de Front Street le llaman “la casa del milagro”, y he seguido su historia en una entrevista de Bill Chappell a sus dueños, Dora y Trip Millikin, que no se encontraban allí y han visto el incendio por fotos de vecinos. La casa es de 1925 y hace un año la restauraron poniéndole un tejado metálico sobre capas de ventilación; en fotos del Registro de Casas Históricas puede verse la antigua techumbre de fibra vegetal. La explicación que se da a ser la única casa que no ha ardido es, además del techo, haber quitado toda la vegetación alrededor, aunque no se hizo por el fuego, sino para evitar insectos; hay además, según los dueños, planchas internas de manera incombustible de los años 20; y añaden, algo ha tenido que ver la suerte, o la voluntad de Dios.

En mi ciudad las casas suelen tener techos de teja, aunque no siempre con aislantes y ventilación; en zonas arboladas las comunidades y vecinos conservan los espacios propios, pero el ayuntamiento no gestiona la masa combustible, como llaman los expertos a limpiar los árboles públicos, pues si no hay combustible, no hay incendio. Incluso en días de muy alto riesgo es la propia comunidad quién se encarga de la vigilancia. Los fuegos también han cambiado en intensidad y dificultad de apagarlos; y cuando coinciden calor extremo, sequía, y abundante masa combustible, es una conflagración, la elevada temperatura impide que se acerquen los bomberos, y el agua se evapora antes de tocar las llamas. Descuidos que antes no eran tan graves, ahora desencadenan fácilmente un infierno; las compañías de seguros recogen en las pólizas si el material incombustible de la vivienda es mayor del 75%, pero no el peligro del entorno. Recibo un vídeo de Cool Roof France sobre una pintura blanca para tejados; es más bien para bajar temperaturas, y prometen entre un 20% y 40% de reducción de consumo eléctrico y hasta 6 grados menos en la vivienda; se fabrica con polvo de concha de ostra, y no sé si valen las de los moluscos que abundan por aquí.

En Afire, la película del alemán Christian Petzokl, los cuatro personajes, con sus fortalezas y debilidades, sus circunstancias, magistralmente expuestas, se ven de pronto en medio de un fuego terrible, un cielo negro y rojo que se añade a lo rojo y lo negro de las relaciones humanas; y las inseguridades o indiferencias, la incomprensión hacia los demás y sobre nosotros, se ven zarandeadas por la catástrofe. Pero Petzokl ve el incendio como un drama en sí mismo, y en una entrevista le dice a Teresa Vena: “Cuando los bosques se queman, y nuestros cuentos de hadas, nuestros mitos, ocurren allí…, si esos lugares se queman, ¿qué pasa con nuestras historias?”. Volviendo al matrimonio de “la casa del milagro”, el marido decía que su primer sentimiento fue de alegría y alivio, pero después vivieron lo que se llama “la culpa del sobreviviente”, pues todos sus amigos habían perdido las casas, y su comunidad estaba completamente destruida. “Vale, lo dejamos aquí –termina la entrevista–, porque creo que voy a llorar”.

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