Vámonos a hacer pascuas
El fútbol es la vida
Seamos serios: el fútbol es la vida. Ahora dirán que yo soy el loco, pero cuando lo explique verán como ese adjetivo se queda corto. Una vez escribí aquí que un alumno cualquiera podría explicarle con argot futbolero a sus progenitores que había suspendido un examen. Igualmente, un descenso de categoría serviría para representar la vuelta de un universitario a casa de sus padres: hay quienes lo celebran porque se sienten seguros, pero otros están desubicados porque cada categoría tiene unas exigencias específicas y ellos son más productivos cuando el entrenador les deja correr por todo el campo y no lo fija en un solo puesto con indicaciones específicas. En el fútbol, como en la vida, los mejores jugadores son aquellos que juegan para el resto del equipo, los pases los dan al pie del compañero, sin arriesgar, y cuando conducen el balón lo hacen con la cabeza alta, sin que la pelota los distraiga de lo importante: estudiar la posición de los rivales. Sin embargo, estos futbolistas no siempre juegan en un grande ni en la máxima categoría. Como la vida misma, ¡qué injusto es el fútbol!
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