El parqué
Jaime Sicilia
Sesión de menos a más
Mi amigo Antonio y yo nos salimos de Chapín en el tiempo de descuento, ya desde fuera escuchamos tres o cuatro gritos de gol, nos miramos y, al unísono, nos dijimos “no, nada” y nos fuimos a coger el coche. Él conducía y yo aproveché para asegurarme que el partido había terminado en empate, que ya dábamos por bueno. Ahí llegó el mazazo: “Antonio, que el tímido gol que hemos escuchado era de los pocos del Estepona que estaban en la grada”, le dije. “No me digas”, me respondió con la misma cara de asombro que yo tenía.
Al cabo de un par de minutos, apenas repuestos del golpe, medio en broma medio en serio le comento: “ Yo no sé para que hemos venido a Chapín”, haciendo alusión a mi anterior artículo y él cerró la conversación con una sentencia lapidaria: “Lo de toda la vida, nos llevamos una alegría y un montón de decepciones”. A partir de ahí, prestamos más atención al partido del Real Madrid en San Sebastián que estaba sonando en la radio.
Con el paso de las horas, reflexionando sobre el sentido de ir o no a Chapín llegué a la conclusión de que, salvo el resultado, pasé una muy buena tarde de fútbol. En los alrededores de Chapín, con uno de los Chicha, estuvimos recordando anécdotas de Fernando, pero sobre todo de ese faro familiar que es la madre, Pepi.
Así, entre risas e historietas del pasado, entramos en Chapín y allí nos sentamos justo debajo de donde estaban Antonio Poyatos y Antonio Moure (cuando yo empecé mis primeros pasos en Radio Popular tuve la suerte de conocer y trabajar con el padre y años después coincidí con él en Onda Jerez).
Tras saludarnos, como ya había empezado el partido nos dedicamos a verlo. Por cierto, esa costumbre de llegar con los partidos recién empezados la he heredado de mi padre, quien cuando llegábamos tarde a Domecq y yo mostraba mi impaciencia, él me decía “tranquilo que así nos evitamos la cola y mis amigos nos están guardando el sitio” haciendo referencia a un trozo de escalón de hormigón.
En el descanso tuve la oportunidad de hablar con Poyatos y ponernos al día ya que hacía mucho tiempo que no coincidíamos. Hablamos de nuestros hijos, un poco de fútbol, por supuesto por enésima vez volví a preguntarle por aquel gol al Ceuta en el viejo Domecq que nos llevó a Segunda y él, con la tranquilidad que le caracteriza, volvió a explicármelo. Poyatos es por trayectoria uno de los mejores jugadores que nuestra ciudad y el Xerez ha dado al fútbol. Ni que decir tiene que el descanso se me pasó en un santiamén.
El Xerez pudo y debió haber ganado el partido, pero incluso por partidos como este nos gusta tanto el fútbol. Es la grandeza del fútbol, aunque en este caso todos salieron decepcionados de Chapín; todos menos los pocos seguidores del Estepona que cantaron un gol que ni ellos se podían creer, mientras Antonio y yo al escucharlo dijimos al unísono “no, nada” y nos fuimos de Chapín ... hasta el próximo partido.
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