Análisis

Salvador Gutiérrez Galván

El hombre de la Cruz; carta a un anónimo

Es como un acto reflejo inevitable, incluso para los que no profesan nuestra fe, reparar en lo que sucederá estos días. Los hombres vivimos de recuerdos, de emociones y, aunque no sea inteligentemente elogiable, también de nostalgia. Más temprano que tarde en esta Cuaresma, aunque no creas en Él, se te pasará por tu pensamiento un hombre con una cruz a cuestas. Lo verás en las películas, en algún programa de televisión (no muchos) o seguramente escenificado en nuestra Semana Santa andaluza. Te cuento todo esto porque desde hace algún tiempo un buen amigo sacerdote me dibuja con sus palabras determinados pasajes del Evangelio. Traza los episodios de la vida de Jesús ahondando en los aspectos sociológicos, políticos y situacionales de aquel momento. Y los describe con tal esmero que bien podría decirse que viajo en el tiempo como espectador afortunado. Y esto me hace pensar. Me pregunto qué hubiera hecho si me hubiera encontrado en semejante tesitura. ¿Cómo habría reaccionado? Porque los toros, desde la barrera, siempre se ven bien. Otro año más volveré a escuchar a alguien sentado a mi lado en el sofá aquello de "...pero qué malos fueron con Él", mientras emiten una evocadora película sobre Cristo. Reconozco que me da mucho vértigo este tipo de expresiones porque, si bien pretendo empatizar con la historia de mi fe, no voy a negarte cierta empatía, a veces con los que le acusaron, otras con los que le apedrearon, y otras muchas con los que callaron. ¿Podría haber sido yo?

Y esta locura cognitiva lleva a cuestionarme: ¿ Y si yo estuviera callando y no defendiendo públicamente el Evangelio? Como te digo, jugar a empatizar con la historia de la cristiandad conlleva cierto vértigo, y mucho respeto . Me asusta pensar en la cantidad de frases y expresiones de aquella época que siguen teniendo un tremendo sentido en la actualidad. Ya entonces había mucha hipocresía. Quizá sea ésta la actitud que más caracterizaba a los escribas y fariseos, y la que más recriminó Jesús. Por eso les dice: «Vosotros los fariseos limpiáis la copa y el plato por fuera, pero vuestro interior está lleno de rapiña y maldad". ¿ Quiénes somos hoy los fariseos y los escribas?

En fin amigo, son muchas cosas las que quisiera compartir contigo. Ya sabes que cuando el corazón rebosa la lengua se desata. El problema de algunos conversos es que cuando entras en el círculo, ya no te acuerdas de los que están afuera. Y hay que volver a salir. Hay que pisar diariamente terrenos hostiles para, en la medida de lo posible, arrastrar hacia adentro. Pero siempre a modo de invitación. Puede, además, que ni tu ni yo estemos en posesión de la verdad.

Hoy, revisando nuestro ayer, haciendo un paralelismo con nuestra historia me pregunto si nuestros escenarios no son tan distantes de los que leemos en las escrituras. Por ejemplo, ¿Se banalizaba entonces, como hoy, sobre el sexto mandamiento de la Ley de Dios? ¿No te resulta curioso que la impureza de nuestros actos y deseos formen ya parte de la broma diaria?. Qué pena que no caigamos en la cuenta del daño que nos hacemos. Y es que hoy, como ayer, somos muchos los que queremos servir a Dios, mientras lo hacemos también al diablo. Te animo, mi querido amigo, a que en estos días, no dejes de lado la lectura del Evangelio. Porque en lo espiritual te hará crecer. Y aunque sea por mera curiosidad, créeme, te hará más humano.

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