Entre hoy y mañana

28 de septiembre 2023 - 00:30

No es que el verano se haya ampliado, es que andamos como locos en altas temperaturas y en estabilidad en las altas esferas desde antes del mes de marzo, por lo que los calores de estos días no hay que achacarlo al santo Miguel ni al arcángel Rafael venciendo a los diablos en el infierno. Aunque infierno hay e inestabilidad en las altas esferas más todavía lo que nos conduce irremediablemente hacia un estado anacrónico de las cosas y por supuesto de desparrame térmico.

No de otra forma se puede explicar que andemos sudando la gota gorda, aguantando que la gente esté aburrida de tanto calor y que, algunas de las razones que esgrimen los que nos rodean, estén explicadas en base a la locura de una naturaleza empeorada por nuestra civilización. Lo de los veranillos, las “danas”, las inundaciones y los nombres propios que se le pone a las borrascas están acabando con la verdadera razón que esgrimía el hombre del tiempo hace décadas. Ahora se predice el tiempo con semanas de antelación. Se sabe lo que va a suceder mediante estudios digitales de número cuánticos. Se vaticina la llegada de muchas catástrofes y de sunamis con días de antelación. Se anticipan elecciones y sesiones de investidura. La información y la prevención van de la mano. Las encuestas se adelantan a la realidad. Los hechiceros y los magos son los amos del calabozo, en los Congresos, los ayuntamientos y en las federaciones de municipios, dentro de una forma de vida en la que prima la necesidad de asegurar el futuro sin vivir el presente.

Por eso, cuando hay gente de todo tipo sin saber vivir nos damos cuenta de la extraña levedad de una civilización forzada a pensar en el mañana sin saber cómo disfrutar del día de hoy. La previsión meteorológica y los otros tipos de previsiones dominan la existencia. Más bien para tener disquisiciones metafísicas sobre la hora en que los nubarrones nos llegarán al día siguiente.

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