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Incedios y Urbanismo
Si nos comparamos con los grandes incendios de sexta generación de Castilla y León yGalicia, en Andalucía nos estamos tan mal, tan solo los que asolaron más de 30.000hectáreas en Riotinto, o los sucesivos de Sierra Bermeja se les puede asemejar a lo quepasa en el norte de España. Ni tan mal, como diría aquel, si es que nos queremosconformar con una comparación simplista. Quiero poner el acento en los incendios deTarifa, Zahara y San Roque, porque huelen a historia repetida. La Costa del Sol creció a basede los incendios -unos mayores otros menos importantes-, de Sierra Bermeja en la décadade los 70 y 80 del siglo pasado. El interés por un avance inmobiliario desmedidoacompañado de todas las buenas intenciones que se quiera, como el desarrolloeconómico y de la industria turística, y otros menos confesables como la especulación y elpelotazo, mandaron a mejor recuerdo no pocas hectáreas de valor ecológico poniendo enriesgo el equilibrio medioambiental irrecuperable a estas alturas. Lo mismo está pasandoen Zahara, donde el stress urbanístico empieza a ser problemático. Si no fuera por la luchade colectivos concienciados con la preservación del medio natural, la costa de Cádiz seríahoy un parque temático. Cádiz está de moda, cierto, el clima, la gastronomía y sus gentes,atraen decenas de miles de turistas, pero si no ponemos controles claros al desarrollourbanístico, en dos o tres décadas estaremos lamentando aquello que conservamosdurante siglos y en dos o tres generaciones tiramos por la borda en una operación decortoplacismo miope. Menuda herencia para nuestros hijos.
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