Análisis

manuel campo vidal

Hacia la incertidumbre a toda máquina

Saber, saber, aquí nadie sabe lo que va a pasar. Ni cuándo terminará la guerra de Ucrania, que ya lleva un año de destrucción y dolor; ni si Putin resistirá, aunque la economía de Rusia se resienta por las sanciones económicas y la desbandada de técnicos que temen ser movilizados; ni si Biden será de nuevo candidato en 2024, por más que muestre destellos de envejecimiento acelerado; ni si la tan anunciada recesión económica llegará o no a Europa… Súmenle la pregunta del millón en España: si el próximo presidente del Gobierno será Pedro Sánchez, o Alberto Núñez Feijóo. La incertidumbre es máxima y lo único que se garantiza es una amplia decepción, porque varios millones de personas confían en la reelección de Sánchez y otros tantos apuestan a un relevo seguro.

Lo único cierto es que los cánticos catastrofistas de bastantes líderes de opinión, políticos y mediáticos, no se cumplen. Es difícil encontrar billetes de tren y de avión, mesa en muchos restaurantes, habitaciones en hoteles y hasta turno en los talleres de concesionarios de vehículos caros y baratos. Quizás las dificultades tan anunciadas lleguen, pero los pronósticos del Banco de España erraron y también los de algunos organismos internacionales que desconfiaban de las fortalezas de la economía española.

El dinero europeo va entrando y la misión de control de los eurodiputados ha pasado revista estricta. "Ni hombres de negro ni troika. Somos representantes de la Eurocámara analizando la absorción de los fondos", sostiene Susana Solís, del Grupo Liberal Renew. Su impresión, tras el maratón de investigaciones es clara: "Hay avances en la ejecución pero el sistema de trasparencia es deficiente". Pues a clarificarlo. Y a responder esta pregunta clave: "¿Estamos haciendo las reformas necesarias?" Habrá que revisar la exigencia europea que tan bien puede venir, por cierto, para agilizar la burocratizada gestión.

Alguna pista de lo que va a pasar políticamente a finales de año la tendremos el 28 de mayo, jornada con elecciones municipales y autonómicas en 12 comunidades. Una por una, tampoco nadie lo tiene asegurado. En Asturias, que se daba por plaza fuerte socialista, tuvo que acudir a Madrid su presidente a exigir cabezas por el fiasco de los trenes proyectados con mayor talla que los túneles. Y cayó el número uno de Renfe y la número dos del Ministerio. Viajó con el inefable Revilla, que cumplió 80 años recientemente. Un chaval, comparado con Ramón Tamames que finalmente será candidato a presidir el Gobierno en la moción de censura que propugna Vox para flagelar a Sánchez; pero, sobre todo, para debilitar a Núñez Feijóo.

Hacer pronósticos políticos en España es difícil. Se diría que más que en otros países europeos. El periodista Enric Juliana se ha referido a los 16 grupos sociales existentes en Francia con una afinidad política muy homogénea: multiculturalistas, socialdemócratas, centristas, apolíticos, conservadores, liberales, identitarios, etc. Otro estudio del mismo sociólogo, Dormagen, diseccionó en Italia también a 16 tribus. En España la misma investigación exigiría identificar muchos más grupos. Piensen sólo en los nacionalistas catalanes independentistas y ya salen cuatro familias, muy enfrentadas además: los de Puigdemont, los de ERC la CUP y el PDCat -los antiguos pujolistas- que aún sobreviven. Con ese cuadro escénico -al que se han sumado Teruel Existe y sus imitadores- cualquiera hace una previsión fiable. La incertidumbre está disparada. Apasionante.

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