Trump coloca arancel como palabra del año
Jerez bombardeado
““la Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz La Habana, con más salero”. Las coplillas, como los retratos pagados, mienten más que hablan y embellecen a sus protagonista ocultando las taras y carencias. Antiguamente, cuando los reyes se casaban con quien debían y no con quien querían, el retrato de los pretendientes se convertía en único referente de hermosura. Semejante idealización quedaba pronto desmentida, pero para entonces la coyunda de adefesios había sellado la alianza entre reinos.
La verdad es que La Habana, en lo material, es una ciudad prácticamente destruida, como un Beirut bombardeado. La Habana vieja es un monumento a la ruina o una ruina de monumento. En lo inmaterial, un burdel internacional. El resultado práctico de siete décadas de comunismo. Por eso miente la copla, porque Cádiz es hoy una ciudad en estado de revista y La Habana una ciudad derruida.
Últimamente frecuento nuestro casco histórico. Liebre, Justicia, Juana de Dios Lacoste, Benavente, San Ildefonso, Salvador. No he podido evitar acordarme de la Habana vieja. El mismo estado de abandono y desolación. Al final, La Habana se parece a Jerez con más negritos y Jerez a La Habana, con más ruina. El resultado de seis décadas de urbanismo monetario apostando por construir una nueva ciudad en la ‘Avenida del Colesterol’ o en las carreteras de Arcos y Sevilla.
Dudo que desde la municipalidad se pueda arreglar el entuerto. Intervenciones públicas aisladas o de promotores privados carecen de suficiente fuerza. Vivir en el centro se ha convertido en algo incómodo y revertir esta situación requiere de un cambio de mentalidad política y de un ‘cañonazo’ de dinero del que carece un consistorio endeudado hasta el tuétano para varias generaciones. De momento habremos de conformarnos con los caliches y fachadas decrépitas de un Jerez bombardeado por cañonazos de desidia política.
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