Análisis

Tacho Rufino

El jugadón del 'Hippy' Hidalgo

Juerguista con pedigrí, el heredero de Globalia compone una jugada maestra para su familia con la venta de Air EuropaEl melenudo directivo ha sabido vender en el mejor momento... y antes de los malos

No conozco personalmente a Javier Hidalgo, aunque sí por amigos comunes y por alguna coincidencia ocasional y sin mayor conversación. El consejero delegado de Globalia e hijo de su fundador y hombre hecho a sí mismo es un tipo "singular", o sea, alternativamente, y según la RAE, "extraordinario, raro o excelente". Demos por sinónimos extraordinario -lo que está fuera de lo ordinario- y raro, si tomamos este último adjetivo como se dice del buen whisky escocés y de los vinos V.O.R.S. de Jerez: rare, escaso, infrecuente. No lo es sólo por su atuendo, que guarda una cierta fidelidad a un pasado juvenil hippy -es un decir- y viajero, lo que el mundo pijo -el de pata negra o el sucedáneo- da en llamar "bohemio", mancillando la memoria del movimiento subcultural parisino del XIX, carente de redes de contacto y de caída, y hasta de alimento los más de los días: ¿puede ser bohemio un heredero millonario? La tercera acepción de "singular" es "excelente". ¿Es el desmelenado, anticorbata y amigo de Colate, Rosauro, Fonsi Nieto o algún Borbón un tipo excelente? Sí, me atrevo a aventurar. Al menos sí lo es para su familia, a la que ha hecho esta semana millonaria para siempre, y que seguro no dudaría en cantarle el "Es un muchacho excelente, etc., etc.".

También fue excelente para sí mismo cuando, en 2013, fue fulminado junto a sus hermanas de la empresa familiar por su padre, Juan José, que desconfiaba de esa impronta fiestera que le daba un aire de eso que llamamos niñato. Despedido, vendió sus acciones al ubicuo -al abrigo del mundanal ruido, pero ubicuo- Abel Matutes, un criptojudío como Andic, Pujol, Ortega, Sanahúja o Del Pino; y también mallorquín como los empresarios más señalados del turismo español, por ejemplo Simón Pedro Barceló, cuyo nombre lo incardina también en el primer grupo. Con los 36 millones de la venta, fue a hacer mundo y empresa, y acabó dando un pelotazo al alimón con Rosauro Varo, con Pepephone, empresa con pocos activos y una marca emergente que colocaron a MásMóvil en nada menos que 158 millones. Porque si algo hay que aplaudirle, o al menos reconocerle, a este heredero es su anticipación, su habilidad al vender justo cuando la cosa no da más de sí: en su mejor momento, y antes de los malos. Poniendo bonita la compañía. En la reciente venta de Air Europa -estrella del grupo Globalia- ha colocado la aerolínea a Iberia preparando la operación: ha crecido en el mercado que le dolía a Iberia, Latinoamérica, haciéndose muy incómodo para la compañía de bandera española, que mantiene a aquel mercado como su vaca lechera, y lo necesita como el comer. Hidalgo, a dos bandas, ha negociado con Air France, otro aspirante a quedarse con este peligroso peso medio de origen salmantino. El ataque de cuernos ha urgido a Iberia, que ha pagado 1.000 millones por Air Europa. Quedándose, por cierto, con la deuda que el crecimiento de la empresa de los Hidalgo había supuesto. Por el bien de su familia.

Porque Javier Hidalgo, ese dudoso hippy pero también dudosísimo niñato, ha vendido una fruta madura, que en manos de la familia sólo hubiera hecho marchitarse. Podría haber aprovechado su posición para forrarse él solo, distrayendo con golosinas y aliados codiciosos a sus socios, que hubieran visto menguar su patrimonio por una compañía aérea, Air Europa, "atrapada a la mitad" competitivamente: ni grande de ni pequeña, en un sector donde prima hoy la dimensión. Pero no: Javier Hidalgo ha hecho felices -el dinero no lo da, pero…- a sus hermanas (y también a Abel Matutes, dicho sea de paso). Por otro lado, ha hecho algo que a su padre -presidente- le hubiera costado la misma vida: desprenderse de la niña de sus ojos. Enhorabuena a los premiados. Unos premiados donde no sabríamos si incluir a Iberia…

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