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¡
ADIÓS a la eterna sonrisa de la guitarra! Al tener conocimiento de la muerte de Periquín es mi deseo plasmar en estas humildes líneas mi reconocimiento a este extraordinario e inmortal artista e inconmensurable persona. No, no puede existir la palabra exacta. La busco y no la encuentro, no puede existir nada donde pueda expresar el sentimiento de dolor que nos ha causado la muerte de Niño Jero. Tengo el convencimiento de que nuestro léxico carece de la frase más adecuada capaz de resistir tantos sentimientos impregnados en pétalos de orfandad sedientos del cariño y el imperecedero recuerdo que a perpetuidad siempre acompañará al insustituible legado de inmortalidad que su muerte nos dejó. Se no fue Periquín como un rayo siendo aún joven, su irreparable pérdida la recibimos como un mazazo de muerte sin poder reaccionar se no fue un gitano cabal, gran patriarca de los Jero e inconmensurable maestro de la guitarra y amigo de sus amigos.
El nacimiento y la muerte tienen en común que son dos hechos naturales, pero de diferentes signos bajo el punto de vista del sentimiento humano. Estos dos lances de la vida se diferencian porque el nacer produce alegría y el morir tristeza. Al menos es lo que ocurre dentro del núcleo familiar y también sucede en el entorno de las amistades conforme se llega a tener noticias de lo infaustamente ocurrido. Sin embargo, cuando de morir se trata, no sucede así si el que fallece es una persona que ha mantenido una actitud bondadosa, siempre custodiada en su personalidad, el saber estar y arropada en el cariño y en el compromiso integro con su familia, compañeros y amigos, dejando un azaroso peregrinaje de huellas imborrables en el mundo del flamenco y en su entorno más afectivo que se clava en los corazones con inefable carácter de perdurabilidad.
¡Amigo Periquín! La vida, el amor y la muerte son leyes naturales e inevitables, mientras el cariño y la amistad son valores intrínsecos que acercan las diferencias humanas y a medida que el tiempo pasa quedan grabadas en el corazón para siempre: ¡Jerez ha sentido mucho tu muerte! El destino cruel no ha tenido piedad contigo pero no te preocupes, porque allá en el cielo donde has encontrado tu nuevo hogar junto a nuestros inolvidables Curro de la Morena, Juan Grande el Mono, el Guapo, los Moneo, Luis de la Pica, Terremoto, la Paquera, la Chati, el Bo y muy reciente Pansequito y la Chiqui, puedes tener el convencimiento que la semilla que nos dejaste perdurará para siempre en nuestros corazones teñidos de dolor de tantísimos familiares y amigos que en la tragedia y en el recuerdo hemos sentido tu irreparable pérdida.
Por estas razones, sirva la siguiente semblanza a tu imperecedera memoria.
¡Cuando me llama la muerte! Familia, amigos y compañeros, en la pena sé escueto, debéis estoicos y fuerte ser, y en la aflicción discretos. / Ser sobrios en el dolor, no lloréis ni vestid de duelo, y si un penoso amargor, os humedece los ojos, que sea corto vuestro enojo y venga pronto el consuelo. / Comportaros con franqueza, cuando ha llegado mi agonía. No alardeéis familia mía, ni de excesiva tristeza ni de estoica ambrosia por pretendida 'majeza'. / Es regla de paridad y natural de morir, cuando se tiene mi edad… ¿Imparcial fatalidad que no se pudo impedir? / Os aconsejo y os ruego que no desoléis más por mí, solo os pido que asistáis, a mi muerte con recelo, y que nos os acobardéis, pues no quiero que lloréis, por mucho que sea el apego y el querer que me tenéis cuando me ha consumado el 'fuego'. / ¡Cuando me llegue la muerte, no vengáis a llorarme más, nunca estaré bajo tierra, porque siempre seguiré siendo espíritu de libertad! /
Los que te quisieron y admirábamos siempre tendremos un terrible vacio en nuestra vida y una profunda soledad en nuestros corazones.
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