Análisis

manuel campo vidal

Un mundo distinto cada 15 días

Teníamos una visión cambiante del mundo y de cada país con sus tensiones y contradicciones, pero aún no se habían producido los hechos relevantes de las dos últimas semanas: 1) El bombardeo con un misil ruso de una estación de tren con 4.000 ucranianos tratando de huir del país. 2) La decidida visita a Kiev, por ferrocarril, de dos máximos dirigentes europeos, Ursula von der Leyen y Josep Borrell. 3) La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas con la ultraderechista Marine Le Pen llamando a las puertas del Palacio del Elíseo frente a un Macron resistiendo a duras penas. 4) La visita de Pedro Sánchez a Rabat con el único apoyo del Partido Socialista y el rechazo del resto, incluido su socio de Gobierno. 5) La elección abrumadora de Alberto Nuñez Feijóo como presidente del PP con opciones reales para ganar a Pedro Sánchez a finales de 2023. Podríamos continuar. Demasiados hechos relevantes en pocos días.

El primer suceso nos advierte de que, en la guerra de Ucrania, Putin está dispuesto a saltarse cualquier línea roja humanitaria. Lo intuíamos pero ya se ha comprobado dramáticamente. El segundo, la firmeza de la UE, poniendo en riesgo la vida de sus máximos dirigentes al viajar por ferrocarril a la capital ucraniana asediada, como hicieron los primeros ministros de Chequia, Eslovenia y Polonia semanas atrás. El tercero, el ascenso electoral imparable de la extrema derecha en Europa, que anuncia un tablero internacional todavía más complejo en muy poco tiempo. El cuarto, una nueva etapa de relaciones entre España y Marruecos, el insaciable vecino del sur, que tolera las avalanchas de inmigrantes africanos sobre las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, o sobre las Islas Canarias, para desafiar a Madrid y a Europa. El quinto, la consolidación del PP como alternativa a la presidencia socialdemócrata de Pedro Sánchez, superando cuatro años de frágil gestión de Pablo Casado. Cuando Mariano Rajoy tituló su último libro como Política para adultos, algo nos quería decir.

Todos esos hechos, y algunos más, acelerados en tan pocos días, nos dibujan un cuadro escénico distinto que ni los medios, ni la opinión pública, ni buena parte de los dirigentes políticos pueden digerir. Sucedió de igual forma, con hechos distintos, en la quincena anterior y en la precedente: 45 días atrás comenzó la invasión de Ucrania y la aceleración de la historia que estamos viviendo.

El fondo de la cuestión parece claro: la guerra de Ucrania es militar, pero también energética y busca modificar el mapa de los límites territoriales, las influencias económicas y las líneas de defensa. Difícilmente habrá paz sin una nueva pérdida de territorio ucraniano en favor de Rusia, como ya sucedió en 2014 con la anexión de Crimea. Y sin la garantía de que la Ucrania resultante no entre en la OTAN, la organización que ya admitió, y probablemente fue un error, a 14 países procedentes de la disuelta URSS, como Lituania, Estonia, Rumanía, Hungría o Polonia. Capítulo aparte será el ingreso en la UE de la Ucrania que sobreviva independiente. Putin no lo acepta pero Von der Leyen y Borrell lo ofrecieron de nuevo. Eso por el este de Europa. Y por el sur, un blindaje de fronteras con una deseable estabilidad en la relación España-Marruecos, tal como la desean EEUU, Alemania y Francia. De eso va lo que está pasando estos días.

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