Lo del puente

Ante la propuesta de cambio de nombre, la derecha pone el grito en el cielo porque el actual puente Carranza pase a llamarse Rafael Alberti. Dicen que es un enfrentamiento entre dos personajes cuando en realidad no es así. Esta es la secuencia de hechos. Primero: se retira el nombre de J.L. de Carranza a una infraestructura púbica en aplicación de las leyes 20/22 (Art. 35.2) y 2/17 de Memoria Histórica y Democrática estatal y andaluza. Sin duda, J.L. Carranza es sujeto de aplicación de dichas leyes. Fue colaborador en el golpe de estado del 36 y la posterior represión. Fue alcalde de Cádiz entre 1948 a 1969 (a dedo, sin elecciones), tiempo suficiente para hacer unos cuantos pisos cuando había gente viviendo en los huecos de Puerta Tierra y tras la explosión del 47. Franco llegó a concederle la gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas (reservada para los más fieles) y la Medalla al Mérito en el Trabajo, que, por las leyes de memoria, le fue retirada en 2022. O sea, que tenemos una infraestructura pública a la que hay que renombrar. Segundo: no es descabellado llamarla Rafael Alberti, demócrata y escritor universal. O sea, no hay enfrentamiento entre personajes. Retrocedamos ahora hasta 1999 cuando muere Rafael. Aprovechando la emoción colectiva, el PP propone al pleno municipal que el teatro de El Puerto se llamara Rafael Alberti lo que se aprobó por unanimidad. Pero en 2007, con el PP en mayoría absoluta, cambiaron el nombre por el de Muñoz Seca (que tiene ya un teatro con ese nombre en Madrid). Eso sí que fue un enfrentamiento gratuito y contradictorio. El único argumento es que “era de los suyos”. Y entonces la viuda, callada o con la boca chica. Ahora, apoyando a los que quitaron a Rafael el nombre del teatro, ha hablado. Creemos que demasiado y fuera de tiesto.