Análisis

Joaquín Aurioles

La renta y el ahorro de los españoles

En 2018 la economía española produjo bienes y servicios, es decir, generó riqueza, por valor de 1,2 billones de euros, aunque si a esta cifra se añaden el saldo de transferencias corrientes con el exterior, las rentas de la propiedad y algunos impuestos que nos están contemplados, se obtiene que la renta bruta disponible (RBD) se quedó en una cantidad ligeramente inferior. La mayor parte en manos de los hogares (733,6 mil millones, el 61,5% del total), mientras que las administraciones públicas, que desde 2016 participan del pastel en un porcentaje mayor que las empresas, se quedaron con el 18,3%, frente al 16,7% de estas últimas. El resto corresponde a bancos y a instituciones sin fines de lucro.

La mayor parte de la RBD se gasta en consumo, pero otra parte importante se conserva en forma de ahorro. Según el INE, que discrepa en la estimación con el Banco de España, el 22,5% del total (268 mil millones), aunque la contribución de los diferentes sectores institucionales a su formación es bien diferente. Los principales ahorradores son las empresas, puesto que la totalidad de su renta disponible bruta (198,8 mil millones, el 74.2% del total), integrada fundamentalmente por los beneficios no distribuidos entre accionistas y propietarios, pasa a formar parte directamente del ahorro nacional. También son grandes ahorradores las instituciones financieras (30,9 mil millones) que, en estos tiempos de saneamiento de balances consiguen ahorrar cantidades incluso superiores a la renta que generan. El ahorro de los hogares (42,2 mil millones) es superior al de la banca, pero sólo representa el 5,7% de su renta disponible.

Nos quedan las administraciones públicas, que han conseguido convertir en cotidiano lo que es difícil de justificar incluso como excepcional: el ahorro negativo. En concreto, en 2018 gastaron 5,6 mil millones de euros más que la renta que generaron (un exceso del 2,6%), aunque si se compara esta cifra con la de 2014 (38,9 mil millones, un 23,7% de exceso), hay que reconocer que la corrección a lo largo de estos cinco años ha sido importante.

El ahorro nacional no ha dejado de aumentar desde que se inició la recuperación en 2014, pero no todos los sectores institucionales han contribuido de la misma forma. Los hogares y la banca han reducido su aportación al total de forma moderada durante los últimos cinco años, pero las empresas lo han hecho en un 12,6%. La mayor contribución, por tanto, ha correspondido a las administraciones públicas, aunque no tanto por lo que han sumado al agregado nacional, como por lo que han reducido lo que restan.

El mordisco de las administraciones públicas a la RBD generada por empresas, hogares e instituciones financieras ha condicionado severamente sus respectivas capacidades de ahorro, pero sobre todo han limitado el volumen de recursos disponibles para la financiación del sector privado. Crowding out es la expresión que utilizan los economistas para este tipo de episodios no deseables, en los que el sector público expulsa al privado de un mercado, y quiero pensar que es a lo que se refería la Ministra de Economía cuando se felicitaba por el aumento del ahorro.

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