Las elecciones generales se solapan con las municipales. A partir de lo ocurrido en estas, hay temas que merece la pena analizar. ¿De qué se va a hablar en las próximas elecciones? ¿Otra vez de sanchismo y de Bildu? ¿De feijoismo/ayusismo, de comunistas bolivarianos? En las locales se habló muy poco de los problemas de cada pueblo. Ojalá que para julio vayamos a lo importante, es decir cosas como: ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Se mantendrán las actualizaciones de ahora o, como han dicho en el PP, “no pasa nada si se trabaja hasta los 70”? ¿Qué se va a hacer con el salario mínimo? ¿Y los alquileres? ¿Los ricos van a pagar más o menos impuestos? ¿Habrá que tarifar para ir al médico de familia? ¿Qué planes hay para la enseñanza pública? Es importante que se hable de estas cosas en campaña, no después. No pase como en Madrid donde, a los dos días de las elecciones, Ayuso subió los comedores escolar un trece por ciento y diez mil niños se quedaron sin plaza pública en infantil. Un saludo desde aquí a los medios de comunicación que favorecieron los debates y el conocimiento de los candidatos locales. Por desgracia han sido pocos. Los medios - todos - son hoy una herramienta cargada de poder no siempre bien usada en favor de la democracia.

Otro asunto es, claro, la división de la izquierda. Nadie duda de que por el camino seguido en las municipales solo se llega al vacío de la nada. Y la nada es la nada a pesar de que se llegue a ella a través del onanismo intelectual de quienes se creen superiores. Sumar es la única esperanza. Y Podemos debe ‘integrarse’ en Sumar. ¿Qué es esa pretensión de ‘coaligarse’ con Sumar, como si ellos valiesen tanto como todo el resto? Los resultados del 28-M dejaron claro que Podemos es hoy uno más y no necesariamente el primero.

Todos al rincón de pensar.

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