Cacao Pico
Bildu y los otros
Los partidos de derechas están utilizando el terrorismo para englobar las actitudes abertzales dentro del ‘sanchismo’
Que la mayoría de los integrantes de EH Bildu no albergan un sentimiento sincero de arrepentimiento por haber amparado durante décadas a una banda criminal que ha causado el mayor dolor a los vascos y los españoles parece fuera de toda duda. Que no es la primera vez que incluyen en sus listas a candidatos con pasado sangriento, tampoco. Que su empatía con sus víctimas no pasa de ser una estrategia sin fundamento verdadero provoca dolor, pero no sorpresa.
Todas esas cosas son tan ciertas como que ETA no existe, ni mata, ni secuestra ni extorsiona desde hace diez años, y como que la victoria de la democracia sobre la organización fue clara y sin concesiones y que el remate de tan doloroso proceso se hizo bajo un Gobierno del PSOE. La maniobra de la coalición abertzale de colocar a 44 condenados (y con penas cumplidas) por terrorismo en sus listas municipales no puede ser improvisada ni ajena a esa misma estrategia, es decir, que está hecha con toda la intención y toda la crueldad derivada de su sentimiento de superioridad moral y, en fin, de legitimación de años de lucha sangrienta.
Pero utilizar esa inmoralidad para atacar a Pedro Sánchez no deja de ser guerra sucia. Por otro lado, que los terroristas dejaran las armas y sometieran sus ideas al veredicto electoral de los ciudadanos es lo que siempre habíamos pedido. Con sus años de condena cumplidos y la ley a su favor, nadie puede impedirles que se presenten, y tendrá que ser, pues, el pueblo, o mejor los pueblos vascos, quienes avalen esa propuesta o no.
Los partidos de derechas, y no es la primera vez que lo hacen, están utilizando el terrorismo en esta campaña para englobar las actitudes abertzales dentro del ‘sanchismo’, en una táctica a mi entender ventajista y teniendo en cuenta que el Apocalipsis económico, social y político que pronosticaron con la llegada del Gobierno de coalición no ha llegado. Pero es una actitud muy peligrosa, por más que resulte fácil inflamar ciertos odios y arrancar así unos miles de votos.
Este país debería aprender de una vez a no arengar ciertos sentimientos primarios, y a mantener la calma entre las provocaciones indecentes de algunos y el aprovechamiento oportunista de otros. ETA murió, y sus herederos guardan demasiado orgullo injustificado. Pero los españoles sabemos demasiado bien de salvapatrias, en todos los sentidos.
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