Hablando en el desierto

FRANCISCO / BEJARANO

Blancos de piel negra

Los etíopes son blancos de piel negra. Si nos fijamos, no les encontraremos rasgos negroides. La belleza de los etíopes, cuando se da, luce espléndida y la literatura y el arte la hicieron legendaria. Blancos de piel negra llamaron los indios americanos a los negros, cuando en alguna ocasión les propusieron alianza contra los blancos. Nunca llegaron a nada porque para los indios, por idioma, cultura y mentalidad, los negros eran blancos. Los indios eran listos. Así resultó a la larga: hoy tenemos un presidente mulato en Estados Unidos y no un indio, como parecería más justo en un descendiente de los antiguos pobladores de aquellos territorios extensísimos, antes de que llegaran los blancos de rostro pálido y los blancos de piel negra.

Algo hay de contradictorio en dedicar febrero a la raza negra en Estados Unidos, como si no fueran legalmente iguales a los blancos e hiciera falta llamar la atención sobre el asunto con un dejo de compasión, ahora llamada solidaridad. Cierto es que hay mayor porcentaje de pobres entre los negros, llamados "basura negra", que entre los blancos, llamados "basura blanca". Los pobres se llevan siempre la peor parte en todo, pero la basura blanca se consuela menospreciando a la basura negra. Salvo en el color, son iguales en ignorancia, en vicios de pobres y en destrucción de la familia, más todo lo que esto comporta. Están prisioneros y condenados en libertad y solo los talentos excepcionales se salvan, para engrosar la conservadora clase media alta de raza negra.

La contradicción de dedicar un mes a los negros está en ser una forma de racismo, como el no llamar negros a los negros. En Europa, donde hay negros pero no tantos, la discriminación hacia determinados grupos se manifiesta de manera parecida en los luchadores contra la discriminación. (Han llegado a crear la aberración lingüística de la discriminación positiva.) Pero se nota sobre todo en el no llamar a las cosas por su nombre. La cursilería de llamar gays a los homosexuales es señal de que la homosexualidad les parece reprobable. El reinado del eufemismo moderno lo han fundado el racismo, la intolerancia, la discriminación y, en fin, el desprecio, que es donde confluyen todos. Al no llamar a las cosas por su nombre intentamos ocultar una realidad, pero al poco tiempo tenemos que inventar otros nombres porque la realidad es tenaz y sobresale. Los negros de Estados Unidos agraviados por ser llamados negros cooperan para su marginación y el mes dedicado los margina un poco más.

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