El catalejo
Sus señorías deben elegir
Cambio de sentido
Tengo de independentista catalana más o menos lo mismo que de irredentista española: cero cartón. No es equidistancia, son pocas ganas de patrioterismos, últimamente tan de moda. Aclaro esto antes de afirmar que he sentido entre tristeza y fatiga al ver a Albert Rivera, Inés Arrimadas y toda la cuadrilla arrancando y alentando a arrancar lazos amarillos. Sentiría la misma vergüenza y estupor si viera a cualquier otro de nuestros líderes políticos quitando (pongo por caso) banderitas de las calles, desmontando un altar del Corpus o pinchando, alfiler en ristre, los globitos de propaganda que sus adversarios reparten entre la chavalería. El gesto de retirar lo que otro manifiesta dentro de lo legal y legítimo (sé que no es necesario recordar que tener ideas independentistas y proclamarlas no es delito) se parece mucho a borrar, a negar la voz del otro, a hacer callar. Pase que eso lo hagan cuatro almacántaros que se tragan las arengas -da igual cuáles- sin masticar. Que lo haga, loco por remontar en la tabla, quien aspira a ser presidente de España resulta preocupante.
Gracias a este innovador método de andar por esas calles quitando lazos detrás del paisano que los va poniendo, Rivera se autoproclama garante y defensor de "la neutralidad del espacio público" -lo dice así- y se queda tan ancho. Vaya cambiazo nos ha querido colar el líder de Ciudadanos: en una democracia, el espacio público es y ha de ser plural, de todos los colores, no neutral, monocorde. Las calles neutrales, sin expresión o con una sola, son propias de regímenes de infausto recuerdo, aún mal enterrados por lo que se está viendo en estos días. Las calles vivas -de eso sabemos (sabíamos) mucho en este Sur- no son grises lugares de paso, de pago y de ocupación hostelera, sino espacios donde conviven distintas formas de pensar, creer, sentir y disentir.
En estos días raros, en los que el punk sevillano está de luto -se nos fue el músico Ricardo Márquez, Poe- recordaba aquella portada que Nazario realizó para el disco Ansia (1987), del grupo Dogo y los mercenarios: representa una calle y, en ella, la más chula y el más chulo del barrio, un facha, lumis, diversidad, trasiego. No hay gesto más torpe y autoritario para expresar la disconformidad que evitar que quienes piensan y creen otra cosa se manifiesten. Los ámbitos y límites los pone, si no el sentido común, la ley. Gloria a quienes aportáis, viviendo y dejando vivir, andares a las calles. Sois ejemplo.
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