
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Molido
Editorial
MARIANO RAJOY y Albert Rivera se reunieron ayer en el Congreso de los Diputados para darle un impulso al proceso de investidura del presidente y a la formación de un nuevo Gobierno. Los líderes de PP y Ciudadanos intercambiaron impresiones sobre el camino a seguir y los pasos precisos para sacar al país del bloqueo en el que se encuentra sumido. Sobre la base de las seis condiciones planteadas por la formación naranja, el líder popular anunció un encuentro del Comité Ejecutivo de su partido para el próximo día 17 del que podría salir al fin un horizonte nítido. Rajoy no quiso valorar las reclamaciones que le han puesto sobre la mesa, si bien señaló que para el PP lo importante es que haya Gobierno cuanto antes y que "hará cuanto esté en su mano para abrir esta negociación". Tal y como afirmó Albert Rivera, ninguna de esas condiciones debería encontrar reparos pues responden a reclamaciones que están en el debate ciudadano. Incluso las que podrían considerarse más complejas para los populares por las implicaciones que conllevarían -la comisión de investigación sobre el caso Bárcenas y la retirada de aforamientos para los implicados en casos de corrupción- son exigencias ciudadanas de primer orden. El PP ha de asumir estas medidas, que implicarán además la participación y el consenso del arco parlamentario por tratarse de modificaciones constitucionales. Si los populares aceptan, Ciudadanos ya ha señalado que trabajará por poner fecha a la investidura cuanto antes y desbloquear aspectos trascendentales para España como la aprobación de los presupuestos, el techo de gasto o el cumplimiento de los objetivos de déficit. Así las cosas, queda por ver cuál es la postura que adopta el PSOE. Mariano Rajoy ya advirtió ayer de que el mantenimiento del no socialista impedirá llevar a cabo el debate y "volveremos a repetir elecciones". Consideramos que de cerrarse el pacto PP-Ciudadanos, el PSOE debería dar un paso al frente y poner los intereses del país por encima de los propios. Pedro Sánchez ha de hacer caso a quienes desde su propio partido le piden un cambio de postura. El secretario general socialista debe convocar, si lo cree necesario, al Comité Federal para modificar su voto y permitir que un nuevo Gobierno comience a trabajar. A partir de entonces tendrá toda la capacidad de fiscalizar su acción mediante una labor de oposición que se antoja clave en una legislatura de consensos y negociación. Si mantiene su rechazo lo único que demostrará es una tozudez e irresponsabilidad impropia de quien aspira algún día a llevar las riendas del país.
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