YA sé que el título de esta columna puede inducir a confusión, porque unir ERE y comisiones, después de las cosas que hemos ido conociendo, hace pensar en esos regalitos en metálico que algún intermediario listo se ha metido en el bolsillo. Pero no, o mejor dicho, también, de lo que quiero escribir es de esa comisión parlamentaria de investigación sobre los ERE que esta semana se va a constituir en el Parlamento de Andalucía. Esa es la comisión a la que me refiero.
La verdad es que tendría que haberse creado hace ya bastante tiempo, y no se hizo porque, según han admitido los propios dirigentes del PSOE, no lo consideraban una buena idea cuando había varios procesos electorales pendientes, como eran las municipales, las generales y las autonómicas. Es ésta una explicación que, a fuer de sincera, resulta poco aceptable, porque significa, ni más ni menos, que primaban los intereses partidistas y electorales sobre todo lo demás. Bueno, pues una vez pasadas las autonómicas, en las que este asunto vergonzoso tuvo menores consecuencias de lo que en un principio podría pensarse, pero que dieron como resultado la obligación del PSOE de pactar con IU para poder mantenerse en el gobierno de la Junta, se acepta la comisión antes rechazada. Resulta evidente que esto se debe a que IU, que había pedido insistentemente su constitución durante la anterior legislatura, no podía ahora renunciar a ella, aunque esto le complique las relaciones con su socio de gobierno. Así, cuando llegue la hora de la verdad, es decir, cuando haya que aprobar la lista de comparecientes, es más que probable que el PSOE quiera evitar que pasen por el banquillo parlamentario algunos de sus principales líderes, mientras que el PP va a ir a por todas, y a por todos. Y en esa situación, quien va a decidir, va a ser Izquierda Unida.
Ahí está el problema, porque, si es verdad que no piensa consentir que haya líneas rojas, se encontrará con el problema de consentir lo que su socio no quiere. Y si se niega, sabe que el PP los acusará de ser cómplices interesados en la ocultación de un fraude monumental. Total, un dolor de cabeza. De todas formas, aunque tardía, la comisión puede servir para despejar dudas sobre determinadas responsabilidades políticas y para adoptar medidas, de cara al futuro, que garanticen que no se podrán volver a romper los procedimientos de control, jurídicos y administrativos, que existían y existen, para evitar que los listos de turno hagan de su capa un sayo y se lo regalen a los amigos.
Por último, habrá que esperar el momento en el que tengan que votarse las conclusiones, es decir, la hora del veredicto sobre lo ocurrido y la determinación de consentidores y culpables. También ahí decidirán los votos de IU. Aquí tenemos tema para mucho tiempo, de momento, los ERE, a comisión.
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