Violetas y babuchas

Begoña García / González-Gordon

¡Espabila!

26 de noviembre 2010 - 01:00

YA llegan, los estoy viendo. Entran como en procesión y empiezan a pasearse por mi mente: los regalos por comprar, los menús, los atuendos. Como muñecos de cuerda, unos con tambores, otros con gaitas, desfilan en círculo alrededor de mi frente. -Hay que espabilar- parece que me dicen. -Espabila que, si no, te coge el toro.

El domingo empieza el Adviento. Cuatro semanitas de nada y estamos en Navidad.

Se avecinan días de comprar, de conjuntar, de hacer cábalas. Y de ponerse en sintonía. Tenemos que ir acicalándonos el corazón, que sin disposición de ánimo la Navidad es un martirio. ¿Mira que si llegamos taciturnos encima de cansados?

El Adviento tiene un resplandor de expectación casi infantil que me cautiva. Es tiempo de velas, de alumbrar promesas, de empaquetar propósitos. Es tiempo de ir contando -¿cuánto falta?- cada día con un paquetito, una chocolatina, un gesto. O de encender una vela cada semana sobre una corona de bosque. Aunque tenga también, el Adviento, algo de pregonero cansino, de copla manida. Las estoy viendo venir, ya llegan, desfilando a bombo y platillo, las lindezas que desempolvamos cada Navidad.

Que nos dijeran algo bonito para estrenar el Adviento, sería lo propio. Algo tierno, conmovedor, sentimental. Incluso lo imagino puesto en boca de un angelito con mofletes sonrosados y alas rechonchas. Pero el texto que da el campanillazo de salida al Adviento, lo que viene a decir, es que hay que espabilar. Parece una contradicción. Ahora que se hace de noche temprano, que el frío nos arrebuja en la mesa camilla y que las palabras Paz y Amor nos arrullan como una nana melosa, precisamente cuando todo invita a amodorrarnos, van y nos dicen que espabilemos. -Venga. Ponte en guardia. Despierta. Que se te va el tiempo. Que se te va la vida.

Vaya, yo creyendo que iba a estrenar el Adviento con palabras bonitas y angelitos, y resulta que llega dando caña, apremiándome a estar vigilante, a no dejarme dominar por el sueño. A que haga lo que tengo que hacer y diga lo que tengo que decir. Aunque me haga quedar mal, me obligue a correr riesgos, me ponga contra las cuerdas. Incluso aunque me suponga una amenaza. Vamos, que ¡espabila! viene a ser lo mismo que instigarnos a coger el toro de nuestra responsabilidad por los cuernos, y cumplir con la tarea que cada cual tenemos que llevar adelante en la vida.

Ojú, me entran ganas de meterme en la mesa camilla y ponerme a hibernar. Pero no, tiene razón el Adviento, tengo que espabilar que se me están yendo el tiempo y la vida.

stats