Estúpidos y egoístas

Los antivacunas y antipasaporte sí que con su actitud nos ponen en riesgo a todos los demás

María, 21 años y brillante estudiante de derecho, se fue a un concierto multitudinario, no está vacunada porque cree en la libertad y como es buena chica, al día siguiente fue a visitar a sus abuelos a quienes llenó de besos y les regaló un virus de recuerdo. Es una historia real. La polémica sobre la vacunación contra el Covid y la obligatoriedad o no del pasaporte, si algo está demostrando es el profundo egoísmo que habita en muchos de los seres humanos. Denominar a los antivacunas ignorantes, se queda corto. Cada uno es libre de creer en lo que desee. Los hay quienes continúan convencidos de que Elvis Presley está vivo y quienes afirman que la llegada del hombre a la luna fue un montaje. Sí, merecen el Premio Nobel a la estupidez, pero su excentricidad no hace daño a nadie. Sin embargo, los antivacunas y antipasaporte sí que con su actitud nos ponen en riesgo a todos los demás. Es innegable que el virus existe y que mata; y también que las vacunas protegen; y que cuando te la inyectan el comité que dirige al Partido Comunista chino no nos está inoculando ningún microchip que anulará nuestras conciencias.

La vacunación cuenta con muchas imperfecciones producto de la velocidad a la que este maldito virus se ha expandido y necesitaremos aún de muchos pinchazos más hasta el momento en que dejemos de ir enmascarados por las calles; pero ha salvado vidas y sobre todo ha permitido casi normalizar nuestras vidas. Habrá que mejorar la distribución al tercer mundo y nos queda aún por saber su vigencia y duración para poder establecer el calendario que deberemos seguir para mantenernos convenientemente vacunados en el tiempo. Pero nada de ello anula sus beneficios. Sólo un grupo de ignorantes sin escrúpulos niegan lo evidente. Sólo les interesa lo que les ocurra a ellos, los demás no entran en su consideración. No defienden ningún tipo de libertad, sólo confirman lo evidente, que interpretan la vida como una jungla en la que todo se justifica en función de sus deseos. Ya va siendo hora de decir a los Bolsonaros, Van Morrison, Eric Clapton o Bosés del mundo que no existe la libertad a poner en riesgo la vida de los demás. Y a los políticos hay que exigirles poner en marcha de inmediato legislaciones que amparen el derecho a la vida de la inmensa mayoría de la población , frente a los caprichos de una serie de descerebrados que simplemente son egoístas e insolidarios y ahora , además , muy peligrosos . Incluso cuando reparten besos .

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