El balcón
Ignacio Martínez
Sin cordones sanitarios
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No eran necesarias altas dotes de predicción para saber que el protagonismo de Andalucía en los medios y en las conversaciones de las buenas gentes tenía fecha de caducidad. Los que van y vienen de la Corte lo han percibido y lo cuentan: ya nadie habla de Andalucía en Madrid ni, en realidad, en parte alguna. El interés nacional regresa al monotema catalán en sus variadas y siempre funestas versiones: los meandros del procés, el proceso al procés, las complicidades de Sánchez con el procés… Ante un buen procés, ¿qué tendría que decir el resto de España sino un prolongado ¡ooooh! de sincera admiración por su encomiable perseverancia, aunque sea en el follón, o de horror?
Claro es que desde Andalucía ponemos muy fácil el arrumbamiento y el olvido. ¿Imaginan ustedes qué habría sucedido si en Cataluña se hubiera producido un vuelco electoral como el del 2-D? Pero aquí somos tan escrupulosamente democráticos, tan exquisitamente amigos de las mejores formas que nadie propiamente podría decir que en Andalucía se ha producido cambio alguno. A un mes ya de la toma de posesión de Moreno Bonilla, ¿qué sabemos del nuevo Gobierno? ¿Quién es capaz de recordar el nombre de un solo consejero? ¿Dónde están los efectos del temido terremoto? Más bien la sensación es que pocas cosas han cambiado y no muchas van a cambiar a pesar de las decenas de nombramientos, muchos del más bajo perfil imaginable y alguno del todo impresentable. La intención de nuestro buen centroderecha y sus socios socialdemócratas parece la de siempre: volcarse en lo que llaman gestión, que no es más que la incapacidad de hacer algo distinto por falta de ideas, falta de voluntad, falta de arrojo político. La prensa podemita, tan deseosa de hacer sangre, no encuentra otro motivo de alarma sino que una diputada de Vox presida una comisión parlamentaria sobre Memoria Histórica. Del Gobierno andaluz sólo sabemos que no sabemos nada. Falta motor.
Francisco Rubiales lo ha expresado muy bien: la nueva Junta "tiene ante sí el reto de sustituir y desmontar un Gobierno omnipresente… cuyas redes envolvían a toda la sociedad andaluza, incluyendo la economía y la vida cotidiana". ¿Ha comprendido este Gobierno andaluz su responsabilidad? ¿Es consciente de las esperanzas que se han depositado en él? ¿Piensa dar algún motivo de satisfacción a los millones de andaluces que lo votaron o apoyaron?
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