Punto, juego, set y partido para Mohamed VI. El rey de Marruecos gana su pulso de 15 meses al Gobierno español por el reconocimiento del estatus del Sahara Occidental, ocupado a la fuerza en 1975 durante la agonía del dictador Francisco Franco. Pedro Sánchez hace honor a su fama de táctico oportuno y oportunista. Aprovecha que la atención pública está pendiente de Ucrania para cambiar la neutralidad de todos los gobiernos españoles durante 47 años, sin encomendarse a sus socios de gobierno o de legislatura, ni a la oposición. Sigue a Francia o Estados Unidos y acepta la propuesta de Marruecos de 2007 de que lo más serio, creíble y realista para resolver este contencioso es que el antiguo Sahara español sea marroquí con una imprecisa autonomía.

Ocho meses ha tardado el ministro José Manuel Albares en preparar la renuncia española. Marruecos ha hecho una presión descarnada con la inmigración e incluso retiró a su embajadora de Madrid. En pleno chantaje, sin una vuelta previa de la diplomática, se le da la razón y se deja que Rabat anuncie la capitulación de la antigua potencia colonial. El ministro es un discreto diplomático con el que parece haber encontrado Sánchez un ayudante idóneo para su protagonismo internacional. A todos los presidentes les ha costado encajar con su titular de Exteriores. Ha habido 16 desde la restauración de la democracia en 1977; salen a dos años y nueve meses de media. Mucha rotación. El más duradero y probablemente el mejor fue Francisco Fernández Ordóñez; ahora el nivel está más bajo.

Albares ha dicho que este arreglo con el vecino magrebí refuerza la estabilidad e integridad territorial de ambos países y que en tiempos convulsos para el orden europeo protege los intereses de andaluces, canarios, melillenses y ceutíes. Pueden acabar las oleadas de inmigrantes, pero peligra el suministro de gas. El ministro creía que no estaba en riesgo el gaseoducto de 200 kilómetros que une bajo el mar Beni Saf con Almería. Veremos: España no había informado su cambio de posición sobre el Sahara a Argelia, que ha retirado a su embajador de Madrid. Y está descartado un entendimiento para volver a poner en marcha el gaseoducto que atraviesa territorio marroquí. Argelia es el principal valedor del Frente Polisario que reclama la independencia del Sahara. Y estuvo entre los 35 países que se abstuvieron de condenar la invasión rusa de Ucrania en la Asamblea General de la ONU.

Es posible que los 173.000 saharauis contabilizados por la ONU en los campamentos de Tinduf no pudiesen administrar, controlar y defender un territorio tan inmenso sin el concurso de una potencia regional. Pero frente al riesgo de un país fallido está la avidez de terceros por la enorme riqueza del Sahara en fosfatos, petróleo, gas o pesca. Albares ha sido un jugador débil en una peculiar partida de ajedrez, en la que su colega Bourita lo ponía en jaque. Y ha perdido.

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