Javier Benítez

Gracias, doctor

Descanso dominical

Hicieron falta tres coches patrulla del 092: colapso circulatorio y dos mil personas agolpadas en la puerta de la emisora

17 de septiembre 2023 - 00:30

Apenas tenía seis añitos. En esos días su madre y yo le cantábamos mucho la de ‘Mi persona favorita’, y una tarde, con su carita apoyada en mi hombro, me preguntó: Papá, ¿Alejandro Sanz existe de verdad? Por supuesto, cariño. Y me sonrió. No se lo conté entonces pero recordé aquel Súper 1 de los 40 Principales, a principios de los noventa. Aquel concierto en el que Alejandro, todavía un pipiolo, se plantó completamente solo en el escenario, con su guitarra de la mano, y en el estribillo de ‘Pisando fuerte’ tuvo que parar en seco la actuación. Un gilipollas de entre el público le había lanzado no recuerdo bien qué… Se dio media vuelta mascullando el bochorno y la rabia y se alejó de los focos, pero regresó unos minutos después y terminó su canción. Al día siguiente le di un pellizco a mis ahorrillos, me planté en la sección de discos de Continente y me compré el vinilo de ‘Viviendo deprisa’. Hice como que se lo regalaba a mi hermana, pero en realidad era para mí. De hecho, sigue conmigo, ahí en la estantería, donde duerme cada noche apoyado sobre el ‘Achtung Baby’ de U2.

Pasó un lustro y volví a verlo. En Radio Jerez se palpaba el nerviosismo. Ganaza y Cauqui subían y bajaban las escaleras como buscando algo que ni ellos mismos sabían qué era. Alejandro Sanz hacía escala en la calle Guadalete en su promoción del álbum ‘Más’. Un día antes habíamos llamado a la Policía Local para que cortasen el tráfico en la zona porque se podía liar. Nos respondieron que ya si eso… y colgaron el teléfono carcajeándose de nuestras ocurrencias. Luego hicieron falta tres coches patrulla del 092: colapso circulatorio en el centro y dos mil personas agolpadas a las puertas de la emisora. Mira que lo dijimos... Alguien, antes de empezar la entrevista, comentó: “Pues hay una canción en este disco que va a vender más que Julio Iglesias”. Era el ‘Corazón partío’. Como no hay dos sin tres, ya lo ves, con los años me fui apuntando a vivir varios de sus conciertos. Como aquel en el estadio Carranza en el que vimos bailar a sus canciones zarandeadas por el levante gaditano y aún así salimos de allí con los vellos como alcayatas.

Hace unos días la Universidad de Cádiz le entregó el título de Doctor Honoris Causa en Algeciras, su tierra. La de su padre Jesús, la de sus tíos y primos, tan cerca de la Alcalá de los Gazules de María, su madre. Y dedicó su discurso a la alegría, un remedio que él, sin imaginar que también era doctor, nos ha estado administrando durante más de treinta años. Ahora mismo voy a escuchar con mi hija una de tus canciones. Gracias por existir, doctor.

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