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Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Jerez: José Juan Arcas Gallardo, médico y humanista

El doctor José Juan Arcas Gallardo dictando una ponencia.

El doctor José Juan Arcas Gallardo dictando una ponencia.

El dramatis personae de la ciudad no necesariamente permanece vinculado a obras de teatro. Sino al sancta sanctorum de su latido diario. De sus escenas costumbristas. De sus fotogramas cotidianos. De su storyboard de carne y hueso. De la gente -inmarcesible- que la puebla. Del censo que la pasea. La Historia de Jerez está entroncada a la trayectoria personal y profesional -íntima, privada- de los hijos de su bendita tierra. Personalidades y/o personajes que, según el caso, jamás nos narrarían milongas de palabra, obra u omisión: más bien lo frontalmente contrario: mostrarían el do de pecho -la garganta- de una excelencia -prístina- siempre identificada con nombres y apellidos. La ciudad ha sido cuanto sus vecinos -aquellos que nos precedieron- dieron de sí en el talento -en el virtuosismo, en la aplicación- de diferentes campos de las artes, las letras y las ciencias. O de la ejemplaridad de seres anónimos que por descontado también construyeron sociedad sin aspavientos -de mil amores- ajenos a la exposición pública. En un superpuesto plano de discreción. Todos sumaron como en un arrebol de siluetas mancomunadas entre sí. Como un magma henchido de sensibilidad. Como un corrillo de contertulios no identificables. Como una nebulosa aromada por el incienso de la memoria. Aún no contamos -¡urge!- con la gran enciclopedia -revisada y ampliada- de quién fue quién en Jerez. Una publicación, un tocho, un libraco, que interesaría sobremanera a las nuevas generaciones cuyos miembros -de nuevo cuño- hoy usan y a veces hasta abusan del fotográfico efecto Instagram, las piruetas gimnásticas en TikTok o las pizzas 4 quesos de metro y medio. Toda modernidad admite evoluciones al punto -mayormente en este imparable desarrollo de la Era Digital- pero ello no es óbice para que conozcamos al dedillo los hitos y las proezas -la relevancia- de jerezanos que -por mor de la vocación y merced al inalterable hilo conductor del destino- destacaron antaño. Es nuestra obligación plantar cara y batalla a la amnesia colectiva. Para con los nuestros.

La fotografía que hoy publicamos nos muestra a un caballero de la cabeza a los pies. Precisamente por estos últimos se vestía -en una intachable actitud cosida a su invariable código de valores-. De origen malagueño, pero jerezano de adopción y de leyenda, ¿verdad que sí, amigo y hermano Rafa Delgado? Un médico que se daba a querer. Un profesional avanzado en la materia. Un orador consumado que mismamente manejaba con soltura y pulcritud su fluyente capacidad para las relaciones públicas que para el recetario curativo de los dolores del alma. Impecable en el vestir, desbordante en el cultivo de la simpatía. Tan vivo, tan vivaz, tan envolvente. José Juan Arcas Gallardo tenía poder de convicción, además de un progresivo robustecimiento de su capacidad de liderazgo. Carisma que a nadie cantaba el gorigori. Jamás -de puro servicial- estuvo dejado de la mano de Dios. Se codeó con preclaros hombres de la cultura de la época. Verbigracia con el doctor y Premio Nobel Alexander Fleming. Como médico superaba -vez tras vez- la prueba del nueve. Y no relegaba ningún caso a la categoría de regional preferente. Siempre jugaba Arcas Gallardo en primera división. Este nivel de autoexigencia -y de corresponsabilidad con la causa del prójimo- fue heredada por sus siete hijos. Mencionemos, por ejemplo, a Pepe, Antonio, Eduardo…

Fue nazareno de blanco bajo la Luna de Nisán y cofundador de la Real Academia de San Dionisio. Ningún paisano podría regatearle su arrollador poder de convocatoria. El buen humor -fino como el tallo de la nostalgia- y el dominio de la dialéctica -como licencia discursiva- hicieron de Arcas Gallardo un conversador aglutinante. Disciplinado. Recto como un traje de mil rayas. Amable. Contaba entre sus amigos íntimos con el doctor Luis Romero Palomo, el poeta Manuel Barbadillo -a quien visitaba en su casa-palacio de La Silla-, el doctor Roberto Escobar, Rafael Ortega, Rafael Rodríguez Almodóvar, el ATS José Galera de la Rosa… En el año 1980 Manuel Barbadillo le preguntó sobre la cultura. José Juan respondió: “Hablar de cultura es un tremendo y complejo problema. Ya hace tiempo que Unamuno escribió diciendo que el problema de nuestra patria era un problema de cultura. Sigo pensando igual que él, pero no olvides, querido Manolo, que para mí cultura no es ser el mejor técnico de su propia perfección, sino tener un sentido humanístico total, perfecto y consciente del mundo en que vivimos”. La figura de José Juan Arcas Gallardo merece más entregas de ‘Jerez íntimo’. Y así será. Apuntamos ilusionadamente tan firme propósito.

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