Jerez: las cuentas de la Hermandad

Asombra la capacidad de superación que generan las Hermandades.
Asombra la capacidad de superación que generan las Hermandades.

14 de julio 2023 - 02:02

Asombra la connatural capacidad de superación -aunque a veces no siempre de innovación ni de renovación- que generan las Hermandades. Ave fénix -o empoderamiento o resiliencia, por denominarlo con terminología en boga según nuestra época postpandémica-. Sí: valentía, creatividad, optimización de los contactos, propuestas valientes mayormente cuando la necesidad económica arrecia, cuando los pagos aprietan, cuando los proyectos empujan a la institución. Trabajar a destajo en pro de pingues beneficios. Hay que sacar dinero de la nada, hallarlo debajo de las piedras, de las alfombras y del esfuerzo común. ¡Que no se diga! ¿Quién dijo miedo? Entonces los cofrades, los dirigentes, por lo general los miembros de las Juntas de Gobierno -con arrestos, apretando los dientes, adhesivos al pundonor- sacan fuerzas de flaqueza -orillan al costado de la línea divisoria entre lo posible y lo imposible- para afilar el lápiz de la imaginación. De la ilusión. De la compulsión.

La contabilidad de las cofradías tradicionalmente hizo malabarismos para lograr estrenos de mucho empaque. Engrosando las arcas gota a gota. Todo sumaba cuando entonces al objeto del patrimonio material sin parangón que coloca a la Semana Santa de Jerez en una de las cúspides más admiradas y admirativas de toda España. Pongamos que nos referimos a los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. No siempre los mecenas anduvieron de la Ceca a la Meca ni hicieron de su capa un sayo ni tampoco, por el contrario, los más adinerados de las cofradías encarnaron personas distantes al sentimiento devocional o incluso a la sabiduría cofradiera. De todo hubo en la viña del Señor -o en las viñas de los mal denominados señoritos de aquellas lejanas calendas-. Quizás antes que después sea necesaria una revisión histórica -un revisionismo reivindicativo- a propósito de quién fue quién en el mundo o submundo de las corporaciones nazarenas al hilo de mecenazgos. Existe acaso demasiada mitificación o demasiada mistificación al respecto. Para mí tengo que los mecenas quisieron a raudales a sus cofradías, sin demérito ni desdoro de casi ninguno de aquellos apellidos ilustres que pronto nos rondan por la sesera. Pero esto es harina de otro costal (o de otra molía, a preferencia del lector). Descolguemos de este listado a quienes operaron por mera competitividad.

Traigo a colación esta coda a propósito del hecho responsable que las cofradías han de proyectar sobre sus estados de cuentas. Adecuando la proporcionalidad de los ingresos -sobre todo los atípicos- a las actuales necesidades patrimoniales -tanto de restauración/conservación como de estrenos previstos-. Es un desatino tirar la casa por la ventana sin una sensata previsión de pagos. En este caso Castilla no es ancha. Ancho será, en todo caso, el déficit que sobreviene con tono amenazante. Sobre todo si la actitud acomodaticia predomina en perjuicio de la dinámica necesaria para trabajar actos y eventos que propicien ese indispensable plus contable. Un insigne tesorero de las cofradías -que gloria haya- me comentó cierta vez que “primero las perras y luego la obra”. Muy en la línea del entrecomillado de Calvin Coolidge: “Nada proporciona dignidad tan respetable ni independencia tan importante como el no gastar más de lo que ganamos”. Gastar o simplemente adeudarnos. De otro lado, un carismático hermano mayor de la década de los ochenta solía decir -entre bromas y veras- que “hay que hacer lo que se deba aunque luego se deba lo que se haga”. Lo afirmaba -hasta cierto punto- quien ni por asomo permitió jamás que su corporación debiera un solo céntimo en parte alguna. Se trataba de una aseveración blindada de garantía -de protección- en voz de aquel hermano mayor tan resolutivo.

Resultan admirables las Hermandades jerezanas a las que no se le caen los anillos ni les tiemblan las pestañas a la hora de poner toda la carne en el asador de casetas de Feria, caracolás, espectáculos musicales de todo género, tómbolas, verbenas, papeletas cada una por dos, loterías cada dos por tres, inventos cada tres por tres… Y cómo cuidan a los grupos de hermanos que se baten el cobre con el sudor de su frente. No todas pero sí la mayoría de las instituciones cofradieras sacan pecho cuando los dinerales se aproximan en números rojos. Ya nos alertó Benjamin Franklin de un modo muy ilustrativo: “Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero hunde un barco”. Post scriptum: queridos lectores: a partir de ahora nos encontraremos en estas páginas periodísticas todos los lunes, miércoles y viernes de todas las semanas del año en la sección ‘Jerez íntimo’ así como en el género de la entrevista – ‘Ésta será tu casa’- en domingos alternativos. ¿Hacemos juntos, ustedes y yo, camino al andar?

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