Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Lecciones del gol de Marcelino

Luis Rubiales llegó a la Federación dos semanas antes que Pedro Sánchez a la Moncloa

Hora crepuscular. Un guardillón con ventano angosto, lleno de sol… Apaguen los focos y verán las luces de bohemia de Valle-Inclán. No es un “Madrid aburrido, brillante y hambriento” como el de su Esperpento, pero sí una España hiperbólica donde lo simbólico se superpone a lo real y lo sustituye como realidad incontestable en la que sólo falta que Luis Rubiales emulara a Max Estrella: “¡Soy el primer poeta de España! ¡Tengo influencia en todos los periódicos! ¡Conozco al Ministro! ¡Hemos sido compañeros!”.

Con lo bien que estábamos cuando nuestras jugadoras fueron masacradas por Japón. En la final las esperaban las inglesas, pero no habían ido a luchar contra los elementos. Otra vez la Armada Invencible. Dios salve a la portera. En su Diccionario del Diablo, Ambrose Bierce dice de Australia: “País situado en los mares del Sur, cuyo desarrollo industrial y comercial, se ha visto increíblemente demorado por una funesta disputa entre geógrafos sobre si es un continente o una isla”.

Esas dudas se las trajo España de las antípodas. Franco en su tiempo lo resolvió a las bravas boicoteando los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956. El beso del Mundial masculino de Sudáfrica entre el príncipe y la corista fue consentido y aclamado y no le hizo ningún daño mediático al gol de Iniesta a Holanda. El beso del Mundial femenino de Australia y Nueva Zelanda eclipsó el gol de Olga Carmona. Y todo ha caído en los preámbulos del polichinela de la investidura. La vida es así de caprichosa. Rubiales llegó a la Federación Española de Fútbol dos semanas antes que Pedro Sánchez a la Moncloa. ¡Conozco al Ministro! ¡Hemos sido compañeros!

El final del partido fue el comienzo del engorro. Un disparate retransmitido en directo. Durante medio siglo, todos creímos que el pase del gol de Marcelino a Yashin, portero de la Unión Soviética, que le dio a España la Eurocopa de 1964 (propaganda de los 25 años de Paz) procedía de las botas de Amancio, cuando en realidad el centro había sido de Chus Pereda, que clamaba en el desierto para reclamar su autoría. Hoy con tantas cámaras eso sería impensable, aunque los protagonistas del beso discrepen sobre la génesis y el apocalipsis. Vendrán otros besos simbólicos tapados por este furor de quejicas e inquisidores. Por esta furia que en nombre del feminismo hace algo tan machista como minimizar la gesta sin precedentes de ser campeonas del mundo frente al país que inventó el fútbol. Que inventen ellos, que diría Unamuno, el escritor que era familia de Pichichi, no el futbolista que fue Pichichi y ganó una Liga con el Betis. Ese beso será como el de Judas pero la bolsa tendrá mucho más que las treinta monedas de plata de Iscariote. “¡El mundo es una controversia! ¡Un esperpento!”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios