Francisco Bejarano

Medio natural

HABLANDO EN EL DESIERTO

06 de junio 2012 - 07:41

Lo que hoy se llama medio ambiente, expresión aceptada pero relativamente nueva, es lo que conocíamos de niños, en sentido amplio y en el lenguaje coloquial, como paisaje, medio natural. El ambiente era otra cosa menos amplia y tenía que ver con las personas: el ambiente triste, alegre o tenso que se respiraba en una casa, en una relación o en un grupo humano. Al unirse los dos se ampliaron las intenciones y ha quedado como manera cursi de designar el entorno en el que el hombre desarrolla sus actividades y es modificado por éste para su provecho. Ni el paisaje, ni el entorno ni el medio natural tienen ideología, pero el ambiente en solitario sí la tiene, depende del ambiente que se respire: si decimos que es irrespirable, dogmático y elemental, sabemos que hablamos de un ambiente de izquierdas. El medio ambiente, por descontado, no solo tiene ideología sino que es una forma expresiva para indicar que se trata de un asunto que preocupa nada más que a la izquierda.

Una de las pruebas de que el cuidado del paisaje natural es de izquierda, la tenemos en los bosques que se talaron para construir la Armada Invencible y que, en no pocos casos, no se reforestaron. Trasladados, según modernos usos, conceptos actuales a otras épocas históricas en las que no existían, Felipe II era de extrema derecha: taló bosques para construir barcos de guerra e invadir un reino soberano. Para más detalles, no mandó repoblar los bosques, como había dicho en las Partidas su antecesor Alfonso X. Antes de que se inventara la izquierda todo el mundo era de derecha, incluso lo que luego se llamó izquierda. Vean, si no, a los revolucionarios franceses dando golpes de Estado, guillotinando a Robespierre e instaurando un imperio centralizado militarista. O piensen en la deriva de la izquierda en el siglo XX y los regímenes a que dio origen. Estemos atentos a la unión de los etarras, que han resultado ser de izquierda, con el movimiento 15M, que, contra todo pronóstico, parece también izquierdista. Al desorden mental de las ideologías, que no es un progreso, pondrá coto la próxima gran guerra.

El paisaje cambia más bien con lentitud y el medio ambiente está al servicio ordenado del hombre con sentido común y criterio inteligente, y es prudente cuidarlo por esto. La derecha, que es el orden natural, siempre cuidó el entorno del hombre desde las civilizaciones antiguas, que eran todas de derechas. Pero las ideas políticas son efímeras y cambian de una guerra a otra. Lerroux no era ecologista y soñaba con ver los hermosos valles de la España pobre llenos de fábricas humeantes. Los nacionalistas vascos, todavía con Arana vivo, lloraron de emoción ante la belleza de un paisaje vasco, y luego volvieron a emocionarse en el mismo lugar ante los humos y la escoria de los altos hornos. La naturaleza es lo que es, mientras que las ideologías ni ellas mismas saben lo que son.

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