Tribuna libre

Salvador Gutiérrez Galván

La Merced más cercana

Me gusta abrazar a los sacerdotes; también a mi mujer. Pero el abrazo a un religioso, no obstante, cuando es efusivo, sincero y auténtico pone de manifiesto un plus de cariño personal e incluso, me atrevería a decir, celestial, como si en ese preciso momento uno estuviera abarcando la gloria de la libertad.  Me explico. Estos días, durante la Novena de la Merced, me he fijado en la cantidad de abrazos que muchos han regalado, siempre recíprocamente, a los Padres Mercedarios.  Abrazos que dejan entrever agradecimiento, consuelo, añoranza, afecto, historia, perdón, reencuentro, inquietud, confidencia, sufrimiento y, en cualquier caso, testimonio. Pero sobre todo amistad. Percibo miradas un tanto acomplejadas de quienes quisieran estar entre esos achuchones pero no dan el paso. Yo les diría un simple ‘Adelante’. 

Aquella Orden de Pedro Nolasco para la redención de cautivos es la misma de hoy

Siempre he propagado, sin reparo, la cercanía de la Orden de la Merced con su pueblo jerezano. Siempre he divulgado ese talante afectivo del Padre Felipe, Juan Carlos y ahora también el Padre Fabricio (un regalo que Jerez recibe de Camerún para nuestro deleite personal y social). Suscribo todo esto porque lo que se produce estos días en el interior de la Basílica es también Merced. Aquella Orden de Pedro Nolasco para la redención de los cristianos cautivos es también la Orden de hoy. La que contempla la nueva conducta social de estos tiempos, con sus errores y aciertos. ¿Brotes verdes? Creo que siempre se perciben; jóvenes, este año, muchos, que han regresado a la casa de la Patrona para decir un “¿te acuerdas de mí?, Soy el hijo de…Amigos emigrantes que han regresado a su país y a su ciudad para saludar a la Virgen, reencuentros inesperados y allegados de otras ciudades de Andalucía atraídos por el amor a su Merced más local. Todo es también Merced. Y todo va conformando nuestra historia. Relatamos las gracias de Nuestra Madre basándonos en lo que se vivió y se escribió sin caer en la cuenta de que estas sonrisas, estos abrazos y anhelos son también renglones de esta apasionante aventura. Y es una bendición de Dios poder disfrutar de esta alegría. Siempre digo lo mismo; Acércate y déjate acariciar no sólo por lo que significa Nuestra Madre y Patrona, no sólo porque es importante poner rostro, voz y abrazo a quienes hoy la custodian, sino porque los que se acercan son como tú y como yo; pecadores ávidos de una sonrisa personal y directa. Y aquí la encontrarás. Todos somos Iglesia, todos somos Merced. Sin complejos amigo. Y si te animas, dale un abrazo efusivo al bueno de Juan Carlos, a nuestro comendador o a ese fraile cantarín y morenito que tantas sonrisas está despertando. Algo vivo e ilusionante se está escribiendo ahora mismo entre miradas, llantos y sonrisas. Quiero entender que toda esta cercanía también la ve nuestra Madre con regocijo. Y también conforma nuestra historia. Felicidades a todos.

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