¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Un nuevo héroe nacional (quizás a su pesar)
EL domingo pasado me puse a pensar en los sueños perdidos. En esos deseos no logrados. Me pregunté en dónde están. Qué ha sido de ellos. En donde duermen su siesta interminable. Estaba en ello cuando empezó la misa. Una melodía muy familiar invadió el espacio. Y me puse a cantarla: how many roads must a man walk down, before you call him a man?... the answer my friend is blowin' in the wind, the answer is blowin' in the wind. Y aunque la letra que entonaba el coro no era la de Bob Dylan, comprendí que, efectivamente, la respuesta está en el viento. Al poco rato empezaron a tocar otra melodía y sin pensarlo dos veces volví a cantar: hello darkness my old friend, I've come to talk with you again, la bellísima letra de "Los sonidos del silencio"de Simon y Garfunkel, que formó parte de la banda sonora de la película "El graduado". Pero el coro, una vez más, se empeñaba en cambiar su significado. No comprendo por qué utilizan composiciones tan conocidas para ponerles una letra en castellano que nada tiene que ver con el contexto de la original. Seguro que hay autores capaces de crear música apropiada para elevar una oración a Dios. Pero para entonces mi devoción flaqueaba y la imagen de la señora Robinson flotaba en mi cabeza. Sí, la famosa Mrs. Robinson de la película que nos descubrió a un jovencísimo Dustin Hoffman rendido ante la madura sensualidad de Anne Bancroft. Un filme, ya clásico, que muestra la sociedad de los años sesenta. Un sueño era en aquel entonces el amor. Un sueño era desear enamorarse como los personajes de una película. Un sueño era creer que se podía ser inmune al sufrimiento. A la oscuridad de la que habla la canción. A los azares del destino. A la maldad. Pero el tiempo pasó. Y los sueños también. Aunque en algún lugar quedarán algunos. Me pregunté cuántos sueños hay que tener para que alguno se haga realidad. No supe responderme. La misa terminó. La señora Robinson se fue difuminando, mientras el viento, furioso, llamaba a voces a los sueños extraviados.
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