Ovnis otra vez

Los que tenemos cierta edad, acaso recordemos las campañas de avistamiento de ovnis de los veranos de los 80

Según el alto mando estadounidense, no se puede descartar la hipótesis alienígena en el asunto -en el oscuro asunto- de los objetos derribados sobre suelo norteamericano. Esto solo puede significar una cosa. Que hemos vuelto a una suerte de guerra fría, en la que se mezclan los hermanos Mongoflier, audaces inventores del globo aerostático, con la imaginería cibernética del cine actual. Véase, por ejemplo, La llegada. El caso es que no es la primera vez que ocurre. Sucedió en los 60/80, en pleno tránsito del tardofranquismo a la democracia; o dicho de otro modo, de Jiménez del Oso a Iker Jiménez. Pero también en los 40/50, cuando el peligro de la bomba atómica se sublima en la amenaza ovni, allá por el año 48.

Todo esto lo explican muy bien los físicos Ortoli y Witkowski en La bañera de Arquímedes. Pero hay innumerables estudios sobre esta parte volandera y secreta de nuestra historia cultural. No por casualidad, ahora mismo hay dos series documentales sobre dicho asunto. OVNIS, producida por J. J. Abrams; y Ummo, dirigida por Laura Pousa y Javier Olivera. En ambos se revela, mayormente, un vasto residuo de credulidad que tendemos a situar, burlonamente, en los toscos habitantes de la Edad Media. Pero la Edad Media, como sabemos por Huizinga y por De Bruyne, era cualquier cosa menos tosca; y por otro lado, es fácil comprobar en la serie de Abrams cuánto hay de temor ciudadano (y cuánto de pruebas militares), en las sospechas de una población sobrecogida, como ante un milagro silvestre. En el caso español de Ummo, fascinante por tantos motivos, los extraterrestres nos escribían tiernas cartas mecanografiadas, que ocuparon las cabeceras de todos los periódicos. Los que tenemos cierta edad, acaso recordemos las campañas de avistamiento de ovnis que amenizaron los veranos de los ochenta (ah, aquel capítulo de Verano Azul, La burbuja, donde los extraterrestres salían discretamente del mar). Incluyendo, claro está, los episodios de abducción y encuentros en la alta noche de la España feroz y agropecuaria.

De modo que si el alto mando de los USA habla otra vez de alienígenas es que la cuestión militar está candente. A saber qué tienen los chinos merodeando el aire. Y a saber, por iguales motivos, qué andan probando los chicos de la Air Force contra la amenaza marciana. También hubo ovnis tras la caída del Muro. Y antes, en el periodo de entreguerras que amenizó Orson Welles. Pero entonces se pensaba que vendrían a salvarnos desde el cielo. No parece que sea nuestro caso.

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