SI algo caracteriza la obra de Manuel Ríos Ruiz (Jerez de la Frontera, 1934), es la tensión y la pulcritud de sus versos. Con su personalísimo decir, Ríos Ruiz ha conseguido una voz propia, identificable desde los primeros versos. La pasión de su palabra, como una liturgia andaluza ética y estética, recorre territorios emotivos con un lenguaje generador y una búsqueda incesante de la perfección y la pureza. Desde su primer poemario, 'La Búsqueda', aparecido en 1963, su obra ha ido creciendo con sólidas raíces, extendiendo sus poemas desde el rincón emocionado de su intimidad, hasta el incendio que provoca en su lectura. Se trata, en definitiva, de dejarse desbordar por su universo, adentrarse en la tierra cantada. Ahora, de la mano de la editorial Calambur, se nos presenta su poesía reunida bajo el elegante título de 'Libro de Poemas'. En este recorrido, descubriremos la profunda sonoridad de su poesía, la ceremonia lírica que le nace desde el interior, desde una memoria que se agita y se desgarra en tonos, a veces, elegiacos, y convierte al lenguaje, al decir poético, en su propia patria. De los campos andaluces, del sol ígneo que dora los caminos o de la sangre que fluye entre liños, el poeta jerezano traslada al papel y la palabra el sentimiento de un pueblo, el suyo, que ha encontrado en el vate una inagotable fuente de expresión. En uno de sus poemas, refiriéndose al padre, leemos: Su casta es legítima, legionaria, pertenece / a la bizarría de los pobres, le llegó la sangre por el cauce / del apero, gañán de punta, cantaor de fandangos, triste perfil / yuntero, pastor enamorado, padre mío, cuya sonrisa / le debe a Dios, le nace en cada lágrima y bocado de pan. Todo se eleva desde el canto a lo vivido, desde la resuelta voluntad de contagiar, como el mismo poeta dice, que, Vivir la poesía es comprender el aire.