Prefiero el Carranza

ALTO ¡Alto¡ Antes de que nadie piense otra cosa, me defino: soy xerecista de toda la vida. No me refiero al estadio Ramón de Carranza, sino al puente de igual nombre. Y lo prefiero con respecto al nuevo, al de la Constitución de 1812, al recién inaugurado puente , vamos.

No dudo de los méritos técnicos y arquitectónicos de este último, pero entre las expectativas que ha provocado su visión inacabada durante tiempo, y su retraso (tres años, nada menos) la primera vez que pase por él, me defraudó en cierto modo.

Me explico. En el de siempre se veía claro el mar. Los días de poniente con su azul claro, los días de levante con sus olas espumeantes azul-turquesa, las gaviotas volaban a ras del puente y a la altura de los conductores, e incluso algún día se paraba el tráfico, se levantaba el puente para dejar pasar algún barco de la Armada española que salía de La Carraca. En ese momento de paz uno miraba la bahía y Cádiz en todo su esplendor y los días de frío norte, Medina Sidonia al lado, la Sierra del Aljibe e incluso la Serranía de Grazalema. Uno se sentía entonces ciudadano de esta bellísima provincia.

Y en esos momentos pensaba lo cercano que está todo y en el futuro no lejano del área metropolitana que formarían Jerez y la Bahía. Un espacio en el que las sinergias beneficiarían a todos los habitantes de la misma.

Sin embargo, con el nuevo parece que vamos encajonados, no se observa nada y de pronto… zas , hemos llegado a la ciudad. Parece más europeo, más moderno, pero yo prefiero mi provincianismo del puente Carranza.

Pero vuelvo a repetir, en temas de fútbol es otra cosa, los jerezanos vamos a Cádiz a hacer gestiones, a pasear, a los carnavales, a probar los erizos, entre otras cosas, y a intentar que el equipo de nuestra ciudad gané en el Carranza.

Pero que no quepa duda: en temas futbolísticos prefiero Chapín. Bueno, no es cierto, miento, en estadios de fútbol con el que me quedo de siempre es el viejo y querido… Domecq.