Punto de vista

José Ramón / Del Río

Privatizar no es una ocurrencia de Rajoy

20 de diciembre 2012 - 01:00

ENTRE las muchas criticas que se hacen al Gobierno del PP no es la menor que, por razones de ideología, pretende convertir o hacer pasar empresas, bienes o actividades del sector público al sector privado. Con estos mismos términos define el Diccionario de la Lengua la palabra "privatizar" y es indudable que, por las críticas recibidas, se considera una mala decisión.

Privatizar actividades o empresas del sector público no es una ocurrencia del señor Rajoy, porque viene haciéndose desde la década de los años 80, cuando gobernaba el PSOE. La primera, aunque no lo fuera en el tiempo, sí fue la más simbólica, porque se trataba de privatizar la seguridad publica. Según la Constitución, el monopolio de ella corresponde al Estado. En su consecuencia, sólo la Policía Nacional (no la Local) y la Guardia Civil portaban armas de fuego. Pero por una Ley de Seguridad Privada de 1992 se autorizaron empresas de seguridad para vigilancia de bancos, instituciones y edificios públicos, cuyos agentes sí pueden portar y, en su caso, usar, armas de fuego.

Pero las privatizaciones no acabaron aquí, ya que diferentes gobiernos, unos del PSOE y otros del PP, privatizaron 52 empresas públicas, y entre ellas Endesa, Telefónica, Tabacalera, Repsol y Argentaria, consideradas las joyas de la corona. En el 34 Congreso del PSOE se propone y acepta la reducción del sector público empresarial, alegándose que la privatización no tiene contenido ideológico, sino práctico y era obligada para entrar en Europa, cumpliendo con Maastrich. Después de haberse privatizado las joyas de la corona, lo que ahora queda es bien poco: EADS, Red Eléctrica, Enagas, Ebro Puleva, AENA, Paradores del Estado, IAG, Humosa o Navantia y una sola joya, Loterías y Apuestas del Estado, que el Gobierno de Zapatero estuvo a punto de sacar a Bolsa, en un 20%. Según los cálculos del Gobierno actual, podrían obtenerse 30.000 millones de euros, más el ahorro de una cantidad similar.

No se trata, por tanto, de una cuestión de ideología. El objetivo de cualquier privatización es la búsqueda de la mayor eficacia y se hace en todos los países desarrollados o en vías de desarrollo, por la necesidad de allegar recursos para resolver problemas de restricciones presupuestarias. Y esto no lo digo yo, sino Guillermo de la Dehesa, secretario de Estado con Solchaga en un gobierno de Felipe González.

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