Enrique Gª-Máiquez

Queda mucho

Su propio afán

Se las conoce como las encuestas de Tezanos, pero parecen las encuestas de la lechera

21 de abril 2020 - 01:39

Tanto los partidarios del Gobierno socialista como los menos hinchas se preguntan si Sánchez aguantará la tormenta social que, pese a los presuntos y explícitos esfuerzos del general Santiago de la Guardia Civil, está levantando su gestión de la crisis. Los resultados de algunas encuestas parecen indicar que el presidente genera más entusiasmo que nunca o que su apoyo crece. Hay cuatro razones por las cuales no echaría demasiada cuenta a esas encuestas de la lechera.

La primera es, paradójicamente, sus datos casi búlgaros. Esos porcentajes que rozan el larguero de la unanimidad no se han visto ni se verán jamás en unas elecciones limpias de un país libre. Parecen, más bien, exageraciones un tanto a la desesperada para inducir estados de opinión, siquiera sea entre los suyos más crédulos. Lo que coincide con el miedo cerval a las redes sociales y los intentos por acallar las críticas y con las declaraciones del susodicho general

Lógico, porque con el actual equilibrio de fuerzas no hace falta que el PSOE pierda muchísimos votantes. Los forofos, que no se plantean (legítimamente, por supuesto) votar a ningún otro, seguirán jaleando a Pedro el Guapo caiga quien caiga (con perdón). Pero basta que cambie una pequeña masa crítica, para que el peso de la balanza incline al otro lado. El electorado español se mueve en distancias cortas.

Además, han disimulado más o menos la crisis sanitaria a base de evitar imágenes en las televisiones del drama que se está viviendo; pero la crisis económica no va a haber manera de meterla debajo de una alfombra mediática. Es por ese negociado de los negocios por donde históricamente el PSOE ha terminado desalojándose del poder. Ojalá pudiésemos evitarnos el trance, pero aquí estamos analizando los hechos.

Por último, no olvidemos que el Gobierno se sostiene parlamentariamente por el apoyo de los nacionalistas. Que lo dan a cambio de pingües concesiones presupuestarias y políticas contantes y sonantes. En los próximos años no habrá presupuestos para la pasta ni estará el patio político para mucho dibujo competencial. El fervor sanchista de los nacionalistas saldrá resentido, si no lo está ya.

Por desgracia, nos queda mucho que ver y que padecer. El nerviosismo en La Moncloa y sus terminales resulta más que justificado, porque esto está como está y sólo acaban de cumplir los 100 primeros días en el Gobierno, que se llamaban los de gracia.

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