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Descanso Dominical

Retrato del gilipollas

Suelen actuar como lobos solitarios, pero se han reportado casos de parejas gilipollas e, incluso, de grupos organizados

Todos conocemos como mínimo a uno. Y todos sabemos que el gilipollas no tiene edad, género, nacionalidad, clase social ni credo. Es, digámoslo así, un patrimonio indeseado de la humanidad, cualesquiera que sean las circunstancias o paisajes de fondo. A la fuerza ahorcan y, al cabo de los años, puedes recordar a varios ejemplares con los que alguna vez tropezaste o sigues tropezando en los callejones. Y así, de la observación y el padecimiento, nace un decálogo que reúne las cualidades que los adornan de forma cristalina.

1.- El sujeto, y esto es lo más elemental de su genética, siempre te va a tratar como si el gilipollas fueras tú. 2.- Posee un curioso complejo de superioridad que solo puede responder a que no es consciente, ni lo será, de su profunda ignorancia. Muchas veces no saluda. 3.- Hace gala de un extraño sentido del humor onanista. Es el único que le encuentra la gracia. 4.- Es egoísta como un perro hambriento. 5.- Recurre a la mentira con una facilidad pasmosa. Normalmente, para tapar alguna pisada. 6.- Juzga a los demás con extrema soltura y se permite aconsejar a cualquiera, casi siempre con evidente frivolidad, sobre los comportamientos y caminos a seguir. 7.- No teme hacer el ridículo. Lo demuestra con asombrosa frecuencia. 8.- Es narcisista, se quiere más que a nadie, y destila escasa empatía para con las cuitas ajenas. 9.- Tiene suerte. Suele caer de pie, como los gatos, y rara vez se lleva una galleta, aunque ha habido episodios. 10.- Por último, sus facciones, la composición de su rostro, su lenguaje gestual, dan como resultado un compendio que parece diseñado ‘ad hoc’; es decir, tiene cara de gilipollas.

Si el sospechoso o sospechosa cumple, al menos, cinco de los diez puntos esgrimidos puede ser considerado ‘Gilipollas’. En el caso de haber coincidencia con entre seis y ocho parámetros estaremos ante un ‘Perfecto Gilipollas’. La certificación de ‘Auténtico Gilipollas’ se expenderá únicamente a quien aglutine nueve o diez de estas cualidades. Es importante saber, por otro lado, que, si bien suelen actuar como lobos solitarios, se han reportado casos de parejas gilipollas e, incluso, de grupos organizados que podrían ser el germen de algún partido político. Y, finalmente, en cuanto a su peligrosidad, cabe distinguir dos tipos: el básico y el tóxico. El primero no tiene maldad, pero es como un mono con una ballesta. Responde -me recuerda mi amiga Ana- al Principio de Hanlon: “Nunca atribuyas a la maldad lo que se explica adecuadamente por la estupidez”. El gilipollas tóxico es, sin duda, el más temible; un francotirador que tiene su población más numerosa en entornos laborales y relaciones sentimentales. En cualquier caso, conviene no fiarse jamás, pues todos son potencialmente letales y ya no es como antes, que sólo había uno por pueblo.

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