Reyes y reinas

Identificar a España con una sociedad democrática, abierta y moderna es la primera de las tareas pendientes

Hasta hace poco este artículo no hubiera sido posible. Ahora sí. Hablemos de los reyes y de las reinas. Es cierto que la Casa Real es una institución al servicio de la ciudadanía que la aprobó mayoritariamente con la Constitución vigente; pero a diferencia de otras estructuras públicas, las monarquías son también la excusa para comentarios y habladurías que tienen más que ver con un imaginario colectivo basado en los cuentos de aventuras que a todos nos han acompañado en nuestra niñez, que con la realidad. Es por eso quizás, que interesa más la vida privada de la familia real, ya que nos consideramos sus propietarios al completo, que la de otros servidores públicos como ministros o políticos en general.

A raíz de los últimos acontecimientos parece haberse instalado la idea de que, de los dos reyes, el bueno es el actual, y que su padre estuvo bien, pero que ahora chochea un poco. Felipe es, de momento, un honrado servidor público que está haciendo importantes esfuerzos por adecuar una institución anticuada a los tiempos actuales. Su padre, más campechano, mujeriego, cometió importantes delitos con la Hacienda pública que fueron sobreseídos. Pero habrá que ver cómo responde el tendido pasado los primeros detalles. No descarten sorpresas, porque entre el funcionario gris y cumplidor, y el divertido que ayudó en la transición y acabó sus días solo en el desierto; el segundo da para construir un relato con literatura más emocionante.

De Sofía destacan su profesionalidad o lo que es lo mismo, como ha sabido aguantar al truhan de su marido. Personalmente eso me parece más triste que motivo de elogio. Es fría como el hielo, distante. En público encarna las virtudes y defectos de quienes realmente se consideran diferentes por ser miembros de una determinada familia. Pero cuando se la ve no como Reina, sino como abuela, entonces sale de su cueva y se convierte en la buena gente que todo el mundo es en presencia de sus nietos. A Letizia Ortiz, sin embargo, la critican porque va más por libre. Su gran mérito reside en que, teniendo el puesto de trabajo más difícil de toda la administración pública, lo está haciendo muy bien sin haber renunciado a ser quien es.

Las monarquías se ejercen unas veces bien y otras mal, pero ya todas son innecesarias salvo por la mucha conversación que nos dan. Y es que en el fondo todos tenemos algo de aquellos niños que jugaban con castillos y batallas; princesas de cabello dorado y caballeros invencibles; elefantes y dragones; reyes y reinas que nos hacían olvidar que, en la mayor parte de nuestros días, no pasa nada. Y en la de ellos y ellas si.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios