Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Rodillas de policías

¿Quién denigra más una bandera? ¿El agente que mató a Floyd o quienes protestan por esa muerte?

Un policía, Derek Chauvin, mató a George Floyd estrangulándolo con su rodilla. Otros agentes doblan desde hace días la suya como protesta contra el racismo. El gesto fue idea del quarterback de los 49ers de San Francisco, Colin Kaepernick, que en septiembre de 2016 hincó su rodilla derecha en el suelo mientras sonaba el himno de su país y se izaba la bandera antes de un partido de la NFL. Lo ocurrido con Kaepernick desde aquel día es archisabido: su carrera deportiva cayó en picado, no ha vuelto a jugar. Fue acusado de antipatriota, lo que nos lleva a preguntarnos por enésima vez en qué consiste eso de ser patriota, duda que para algunos queda resuelta con la fantochada que soltó otro jugador, Victor Cruz, en su embestida a Kaepernick: "Se debe respetar la bandera. Es más grande que uno mismo".

La estampa de la genuflexión de policías solidarizándose con las protestas contra la segregación racial ha sido vista por los retrógrados de turno como una pose, como un gesto efectista mediatizado por la llamada élite progresista, principalmente la de Estados Unidos, alejando de este modo el foco de las hordas vandálicas -de extrema izquierda, obviamente- dedicadas al pillaje y la destrucción. Pero no, la rodilla en tierra de esos agentes contra la rodilla que aplastó hasta la asfixia el cuello de Floyd constituye un símbolo poderoso cargado de fuerza y de sentido. Como en su día lo fueron los puños en alto enguantados de negro de los atletas Tommie Smith y John Carlos en México 68, medallas de oro y bronce en la prueba de 200 metros, que agacharon la cabeza cuando se izó la bandera y sonó el himno de su país. Como Kaepernick, también fueron llamados traidores.

Pero ninguna bandera y ningún himno es más grande que ningún hombre. Menos aún cuando bajo una y otro se cometen fechorías. ¿Quién denigra más ambos símbolos representativos de un país, de una nación, de una comunidad? ¿Derek Chauvin con su uniforme de servidor público matando a George Floyd en plena calle o esos deportistas de élite manifestando su protesta contra una injusticia? Hay una opinión muy extendida que sostiene que un futbolista sólo tiene que emocionarnos con sus goles y olvidarse de todo lo demás. Y que su estratosférico sueldo le obliga a aguantarse si, siendo negro, lo insultan en un estadio llamándolo mono. Escondidos en las gradas, todos esos cabrones no hacen sino apretar una rodilla contra el cuello de Floyd. Y quienes los justifican también.

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