Carlos Colón

SOS historia de la literatura

La ciudad y los días

Mal vamos si no se enseña a los alumnos que cuanto más grande es un autor, más cerca está de sus intereses

12 de septiembre 2023 - 00:15

Los estudios de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez sobre los jóvenes y la lectura señalan que estos tienen una percepción limitada de la lectura, a la que consideran algo anticuado, del papel de los clásicos y de las razones para leer en relación con su impacto positivo sobre otros ámbitos de sus vidas. Entre las causas se señalan la competencia con otros medios de entretenimiento que exigen un menor esfuerzo de concentración, una escasa tolerancia hacia el esfuerzo cognitivo y un insuficiente impacto del centro educativo para fortalecer el interés por la lectura.

Permítanme citar tres testimonios coincidentes. Uno es del escritor y profesor José María Romera en Diario de Navarra: “Hubo una época feliz para la enseñanza de la literatura en la que en institutos y colegios podían leerse diez o doce libros por curso en un catálogo que abarcaba desde el Lazarillo de Tormes hasta La colmena de Cela y desde El árbol de la ciencia de Baroja hasta La realidad y el deseo de Cernuda… Ahora un bachiller puede llegar perfectamente hasta la universidad sin haber sentido el roce de la literatura… El sistema educativo ha ido eliminando concienzudamente autores y obras difíciles o perturbadores”. Otro es de Olga R. Sanmartín, redactora de Educación de El Mundo: “La historia de la literatura pierde peso en los institutos... La reforma educativa del Gobierno persigue fomentar el hábito lector de los alumnos con textos más cercanos a sus intereses y da más importancia a lecturas contemporáneas”. Mal vamos –añado– si no se enseña a los alumnos que los clásicos son coetáneos de todas las generaciones, que Homero, Cervantes o Shakespeare escribieron para ellos y que cuanto más grande es un autor, más cerca está de sus intereses. Lo que exige, y quizás en ello está la raíz de la cuestión, adiestrarlos en la jerarquización de dichos intereses.

El tercero es de George Steiner: “La intimidad, la soledad que permite un encuentro en profundidad entre el texto y su recepción, entre la letra y el espíritu, es hoy una singularidad excéntrica, que resulta psicológica y socialmente sospechosa. Es inútil detenerse a hablar del hundimiento de nuestra enseñanza secundaria, sobre su desprecio del aprendizaje clásico, de lo que se aprende de memoria. Una forma de amnesia planificada prevalece ya desde hace mucho tiempo en nuestras escuelas” (Los logócratas, Siruela).

No debe ser casual esta coincidencia.

stats