CELEBRAR una victoria electoral, como hizo Juan Carlos Monedero la noche del domingo, cantando el Puente de los franceses de la Guerra Civil lo dice todo sobre el retorno al pasado que representa Podemos, que sigue siendo lo que es tenga los escaños que tenga: aunque el bolivariano se vista de urnas, bolivariano se queda. Quedaron retratados al apelar a la memoria, que no a la historia, con la canción que simbolizó la resistencia madrileña en el Puente de los Franceses el 8 de noviembre de 1936, inicio de los duros y largos combates de la Ciudad Universitaria. Un día antes, por cierto, y aprovechando comunistas y anarquistas la huida del Gobierno democrático republicano a Valencia, se iniciaron los fusilamientos de Paracuellos que causaron unas 2.500 víctimas.

El gesto de Monedero define a la perfección y desentierra el carácter rancio del subsuelo ideológico de Podemos, por muchas capas de moderna indignación y solidaridad con los más vulnerables bajo la que estratégicamente quieran enterrarla. Tanto regreso al pasado y tanto subsuelo rancio desenterró, que en la celebración de Podemos se intentaron infiltrar una decena de neonazis. Los fantasmas convocan fantasmas.

Podemos y sus marcas blancas representan ese olvido de la historia en beneficio de la manipulación de la llamada memoria histórica que ha sido fomentada desde Zapatero y facilitada por las catastróficas leyes educativas antihumanísticas que desde 1985 han logrado que los jóvenes españoles sean, de entre los europeos, los que menos y peor conocen su propia historia (al igual que su cultura). Gracias a ello este país es la demostración palpable de lo escrito por el ensayista y ex rector de Oxford Theodore Zeldin: "La historia es la conexión de todas las experiencias humanas. [Ahora parece que] tenemos que olvidar el pasado para vivir en el momento. Es como ser huérfanos. La modernidad ha sido sacudida por nuevos descubrimientos en el campo de la neurociencia que muestran que si pierdes tu memoria pasada, eres incapaz de hablar sobre el futuro, ya que ambas cosas se desarrollan en la misma parte del cerebro. Si no conocemos el pasado sólo podemos hablar del futuro de una forma muy limitada".

Presos del momento y huérfanos del conocimiento su historia, muchos españoles han sido manipulados por los teleñecos de la extrema izquierda que les han vendido lo rancio como fresco y lo viejo como nuevo.

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