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Vivimos unos momentos en los que nada más llegar a -la mayoría, no todos- los establecimientos de hostelería por poner un ejemplo, la primera palabra que te dicen después de saludar es: “¿Tiene usted reserva?” Y la segunda palabra es: “pidan ya lo que quieran porque la cocina cierra a las …” Meten presión desde el minuto uno. Esta situación es fruto de los extraordinarios momentos que se están viviendo en el consumo. Quizás un consumo sin freno y sin criterio en muchos casos. Estamos ante un mercado que está más vivo que nunca, aunque también masificado por el peregrino del siglo XXI: El turista.
Esta masificación que además se está acelerando, como hemos visto hace poco tiempo intensifica el proceso de la conversión en casetas privadas de la Feria de Jerez,. Es una realidad que está llegando y rebosando desde Sevilla y otras plazas de alta afluencia turística. En definitiva, que ya está llegando y le toca a Jerez por suerte y mérito. Precisamente anoche, quizás influido por esa masificación y “turistificación de lo todo” nos encontramos a un vecino de Jerez-con mucho arte- que vive además en Jerez pero que, curiosamente, se había alquilado un apartamento turístico en el Mamelón porque quería vivir esa experiencia y estar una noche sintiéndose como un turista en Jerez y salir, dar una vuelta, cenar... Una situación que nos llamó poderosamente la atención, ¿verdad Pacote?
Es una verdadera alegría para los empresarios y trabajadores de la hostelería y del sector del turismo a pesar de algunos análisis rocambolescos que hacen algunos ilustrados a los que posiblemente les haya afectado el levante gaditano. Esta buena situación se la merecen los hosteleros y sector del turismo porque es muy sacrificada su labor de dar servicio a tantos clientes, cada uno con sus exigencias y particularidades que sólo los profesionales de la hostelería y del sector saben atender.
Estos indicadores que llevamos observando desde hace algún tiempo y que se acentúa cada día son muy buena noticia. Esta masificación es muy buena por un lado porque ofrece verdaderas oportunidades de negocio, de empleo y de desarrollo. Pero a la vez nos exige una gestión a la altura de las circunstancias para que no muramos de éxito. Y digo esto porque este paisaje de alegría por el lado de la demanda provoca en muchos casos una percepción distorsionada de la realdad y hace que algunos se relajen alejándose de la calidad de atención al cliente o sean menos rigurosos en muchos casos en el trato del cliente. Algunos venden por castigo, venden sin ganas y eso no es vender, es despachar. Vender es cuidar los detalles y mantener los estándares de servicio y calidad bien orientados como si fuera el primer día que abres el negocio en actitud de captación, pero también de fidelización constante. Debemos pensar en que algún día llegará el momento de tener que reflexionar recuperar el sitio en la ciudad y quizás ese día el que no lo haya estado cuidando en estos momentos de alegría será incapaz de reconducir la situación… pues el mercado no olvida y Jerez menos. En resumen, son momentos tan buenos para algunos sectores que no deben apartarnos del verdadero objetivo. Son momentos extraordinarios que debemos cuidar los acontecimientos nuevos de alegría como por ejemplo el hecho de haber ganado en Jerez por primera vez en la historia el Partido Popular las elecciones europeas, enhorabuena, y vaya usté condió.
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