UN dicho muy jerezano recomienda: "buscarse la vida como la Paquera". Esta soprano cañí, frecuentó poco la escuela. Ya de niña tuvo que echarse a la calle para vivir del cante flamenco, ese don natural que Dios, periódicamente, insufla a algún jerezano. Aunque, últimamente, Dios está desatendiendo la tradición.Desde luego, la actitud de "buscarse la vida como la Paquera" es mucho más encomiable que la de los "ninis" treintañeros jugando a la "playstation" y viviendo de la poca renta de sus progenitores jubilados.

La hostelería ha vivido una mala racha con todo esto de la pandemia y, ahora que todo parece estar más normalizado, intentará "buscarse la vida" para compensar tanta restricción. Ya hace varios años que Jerez ha inventado un ciclo festivo navideño bajo el nombre de zambomba que durante dos meses pone en pie de guerra la hostelería local. Salvo honrosas excepciones, el producto es malo y falso y, desde luego, nada tiene que ver con la zambomba original. Pero el "barman" se busca la vida; el forastero se lo pasa bien; se hace caja y todos contentos. Aunque, todo no vale, a cualquier precio.

Volviendo a la diva de la Plazuela, la Paquera en los años sesenta del siglo XX revolucionó la navidad jerezana, trayendo a la hechura flamenca los tradicionales romances de navidad. Contó en esta discografía con la colaboración de Antonio Gallardo para las letras y Nicolás Sánchez, en la música. En 1962, el disco "La Paquera canta Villancicos" popularizó la zambomba flamenca.

Pidamos a la hostelería que "se busque la vida" y gane dinero en navidad, pero que sea respetuosa con la fiesta y ofrezca un producto de calidad. El abuso degenera, y a la larga provoca rechazo. No sea que en vez del Marinero Ramiré acabemos por Carnaval y haya que montar un "zambódromo" en Caulina.

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