La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Dónde está el listón de la vergüenza?
A Manuel Ruiz Romero no le tienta escribir una novela histórica con el andalucismo como trasfondo argumental: “La verdad es que no. Me siento más investigador e historiador que literato. Hay que saber los límites de cada uno y situarse en el lado adecuado de la vida. Mi prosa o mi oratoria son más pedagógica que mitinera o creativa. Eso sí, siempre hay que hacer pensar. Pedagogía. Estamos llenos de tópicos y la gente busca el que más se le adecua para instalarse en su zona de confort. Movilizar a las personas de ahí, hacerla reflexionar, es tan necesario como difícil y complejo. Todo un reto”. Me interesa sobremanera saber cómo pueden o deben “reflexionar en andaluz” nuestros jóvenes. Manolo la considera una “buena pregunta”. Él maneja fundamentos para desarrollar la respuesta: “Creo que desgraciadamente muchos jóvenes están ajenos a unos contenidos básicos sobre su tierra que están ausentes en su educación. Creo que el régimen pesoísta, en esta tierra, ha hecho todo lo posible por ocultarlo, en su miedo a la emergencia de ese andalucismo político que tanto le disputó en tiempos de la conquista del autogobierno. Es curioso porque el andalucismo, al que muchos creen enterrado, cuando llegan unas elecciones todo centralista, de uno u otro signo, se arroga su representación. La actitud del PP de Moreno Bonilla, por el contrario, es envolverse en ese verdiblanquismo populista del que no hay andaluz que no se sienta orgulloso. Ahora bien, si el andalucismo es cosa de todos, no todo es andalucismo. Creo que la exclusiva obediencia andaluza de un partido, el soberanismo y la defensa de Andalucía como nación, son la prueba de algodón para definir el andalucismo infantiano. Pero volviendo a tu pregunta, no basta con que nuestros jóvenes se sientan orgullosos de ser andaluces; hombre y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, debemos pasar del sentimiento a la conciencia y de la dimensión personal a la colectiva y electoral. Hace falta mucha pedagogía y las instituciones andaluzas y su buque insignia, Canal Sur, no vienen sirviendo para dar sentido a la autonomía. De otra parte, me preocupa que la recentralización que vivimos esté dando alas a la ultraderecha”.
Andalucía y la narrativa. Andalucía y los escritores de periódicos: ¿qué fue y quiénes integraron el movimiento literario denominado los narraluces? Manolo adopta un gesto de satisfacción: “Grosso, Barrios, Salas, Burgos, Requena, Julio de la Rosa, Quiñones, Vaz de Soto, Lanzagorta, Carlos Muñiz, e incluso nuestro Caballero Bonald… formaron una nómina de literatos que, en sus distintas modalidades expresivas, combinaron una narrativa comprometida con la realidad andaluza unida a un compromiso social en favor de esta tierra. Su denuncia, su estética y su pródiga obra, fueron un vehículo de concienciación para una sociedad como la andaluza acostumbrada a ripios fáciles de los aduladores del régimen”. ¿Qué aportaron? “Desbordaron la tradicional narrativa para introducirse con su densa labor popular en una disidencia cultural identificada con el hecho diferencial andaluz, despertando la conciencia adormecida de un pueblo que estaba muy necesitado, como así fue, de no perder el tren de la historia. Verdaderamente, no fue un movimiento organizado ni homogéneo. Se nombra así al grupo de autores que abrieron la puerta a una inédita novedad narrativa desde valores andaluces y bajo parámetros interpretativos y estéticos vinculados a un sentido reflexivo y comunicador, más allá de una posición estilista, de un género literario determinado o una mera interpretación comercial”.
¿El ámbito historiográfico del andalucismo precisa ahora de más sentido didáctico que añoranza por cuanto pudo haber sido y no fue? “En efecto, siguiendo con la reflexión anterior, la pedagogía es ahora tan necesaria como lo fue en el tardofranquismo. Los jóvenes desconocen no solo quién era Infante, por poner un ejemplo; o de dónde procede el himno o la bandera… y lo que es peor: se enfrentan a mantras que han sido alimentados por las instituciones de autogobierno en su interés partidista y ahora por la ultraderecha centralista, caudillista y anti autonómica. Aún duele oír en Canal Sur la simplicidad errónea de que el 28F se votó la autonomía, cuando lo que en realidad nos jugábamos en su procedimiento de acceso a un status político que nos iguala a toda nacionalidad histórica. Cerrar el proceso con esa victoria política de ese día no solo elimina la batalla parlamentaria que aun seguiría, sino que escenifica un consenso, una facilidad y una simpleza que no existió. Bueno pues como esto a montones los ejemplos”.
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