Tribuna libre

Asociación 'Jerez por Santiago'

Un centro de acogida para marginados en la calle Nueva

NO hay duda de que el problema de las personas sin hogar representa la cara más dura de la exclusión social. Es un fenómeno de una magnitud enorme que, encima, afecta a miles de personas en nuestro país y a decena de ellas en nuestra ciudad. Personas que por no tener un hogar, ni posibilidad económica de mantenerlo, se enfrentan a la ruptura de sus vínculos sociales y familiares más básicos. Acabar en la calle es, en sí, una agresión que acarrea soledad, falta de intimidad, de seguridad y otras muchas agresiones y formas de violencia que posiblemente acaben en una muerte prematura de la persona que la padece. Es esta una situación injusta que la sociedad ni puede, ni debe, permitir.

Por eso, la asociación 'Jerez por Santiago' ha recibido con satisfacción la noticia de que el Ayuntamiento de Jerez está a la espera de aprobación de un proyecto (1,5 millones de euros) para atender a los más desfavorecidos, a las personas sin hogar. Por su carácter, es esta una actuación necesaria y sobre todo urgente pues a medida que el indigente se prolonga en esta situación de desamparo aumenta el peligro de que asuma su situación como algo irreversible. Es muy necesario, por lo tanto, que la sociedad ponga con urgencia todos los medios a su alcance para evitar que nadie pase por esta indigna circunstancia y si pasa que dure el menor tiempo posible.

La delegada de acción social del Ayuntamiento de Jerez ha dicho (Diario de Jerez 24/05/2021) que esta inversión se empleará en mejorar el actual albergue de la calle Cantarería y en modificar el antiguo edificio del asilo de San José para adaptarlo a un centro de "emergencia habitacional" para familias en situación de vulnerabilidad. Preocupa a los vecinos de Santiago el hecho de que este futuro centro vaya a ser usado solo con carácter de emergencia y que sus usuarios solo puedan pernoctar en él durante un escaso periodo de tiempo, tal y como ocurre actualmente con el albergue de la calle Cantarería. No somos especialistas en materia de atención al sin hogar, pero voces muy válidas nos dicen que esta temporalidad (usar solo el albergue para pernoctar y solo en periodos muy cortos de tiempo) no es el tratamiento más acertado para la reinserción social de este tipo de personas. El modelo asistencial temporal (el albergue) se define ya como ineficaz por esta causa. Algunos dicen que en ellos se puede uno refugiar de la tormenta, pero se necesita un hogar para llevar a alcanzar una vida decente. Es por eso por lo que expertos en esta materia dicen que el modelo de terapia más valido para este tipo de enfermo consiste en el 'Housing First', la vivienda primero. Tener una vivienda, es el derecho humano básico, es la primera necesidad que debe tener cubierta el ser humano. Dándole, una vivienda se les proporciona a los sin hogar un soporte clave para la creación de un proyecto de vida personal, familiar, social, relacional y de convivencia. Después de cubrir este derecho y el también básico de seguridad y protección, si es necesario, se podrá empezar a tratar su problema psicosocial. Otros países, sin embargo, para paliar este problema de los sin hogar, en vez de construir viviendas, han implantado medidas de apoyo a las familias con rentas más bajas y ofrecen a quienes están en riesgo de sufrir un desahucio o perder su hogar, servicios de asesoramiento legal, asistencia en la tramitación de prestaciones o apoyo económico directo, según el caso. No se les suele dar alojamiento hasta que no han resuelto los problemas que los llevaron a la calle, ya sean económicos, de salud o de adicción. A este método le llaman de la "escalera" porque el último peldaño es la vivienda estable. Es el método que siguen en el hogar San Juan de Jerez, donde a los sin hogar se les aloja sin contacto con el exterior durante un largo periodo de tiempo y no se les da de alta, o incluso un alojamiento, hasta tanto no hayan logrado su inserción social.

En Santiago preocupa mucho, además de que no se proporcione la terapia adecuada al que la necesita, que se aplique a este nuevo centro el carácter de "emergencia" y "temporalidad" que se anuncia para estas dependencias, pues todo el mundo sabe que la imposición de una estancia corta en este tipo de centro obliga a los que se alojan en ella a abandonarlo en poco tiempo, a marchar a otra ciudad pronto, luego a otra, a otra y a otra, sin rumbo ni destino. Los que van y vienen lo hacen sin el tratamiento adecuado para su padecimiento y en este ir y venir pierden, además, la oportunidad de recibirlo. Muchos de los que asisten al actual albergue de la calle Cantarería presentan un conflictivo perfil de convivencia con los vecinos de su entorno, el barrio de Santiago. Hay que tener en cuenta que muchos de los que acuden a estos albergues de emergencias presentan algún tipo de adicción, otros padecen alguna enfermedad mental, con o sin diagnóstico y otros carecen de recursos y trabajo. Casi todos tienen, en fin, un alto grado de exclusión social y una trayectoria larga de calle. Resulta frecuente, pues, que por estas u otras causas, acumulen vivencias traumáticas encadenadas, hayan perdido su estabilidad emocional y toda su red de apoyo y por tanto la posibilidad de alcanzar recursos económicos. Quizás por esta razón es común que algunos se dediquen a robar en viviendas y locales de negocio, a vender drogas, a expoliar el mobiliario urbano o a ejercer la extorsión a cuanto viandante se cruce. Algunos duermen en la calle porque llegan al albergue tarde o simplemente porque este está totalmente ocupado. Otros llegan borrachos o drogados y no pocos defecan y/o orinan donde les coge. Es una realidad que el albergue de la calle Cantarería lo ocupa actualmente una gran mayoría de personas que presentan una problemática psicosocial, en algunos casos, con conductas agresivas. Son estas, pues, personas a las que evidentemente hay que ayudar, seguramente a través de la aplicación de un tratamiento psicoterapéutico largo.

Por eso en este barrio no se comprende cómo se proyecta este nuevo albergue como un centro de emergencia y asistencia temporal y encima diga la delegada de Acción Social que esta inversión será una intervención de gran calado que, además, implicará "un avance y una mejora urbanística significativa", porque, como todo el mundo sabe, el fin del urbanismo es servir al bienestar del mayor número posible de ciudadanos y compatibilizar las distintas actividades que se desarrollan en la ciudad sin excluir a nadie. Sabido es que es muy importante que la sociedad aporte medios para atender a los enfermos de covid-19, tuberculosis o lepra, pero es muy importante, también, que estos enfermos estén atendidos en zonas donde no produzcan contagios a otras personas sanas. Sabido es que es necesario que se concedan licencias para abrir discotecas, pero lo es también que la música de estas discotecas no moleste a los vecinos. Doctores tiene la iglesia, pero si en esta actuación en el antiguo asilo de San José prima más al número de ocupantes que la efectividad de su tratamiento psicosocial mucho nos tememos que la mejora urbanística que anuncia la concejala para los vecinos del barrio de Santiago no se consiga llevar a cabo nunca.

Pero que nadie se confunda, en Santiago no existe la aporofobia, nadie teme a quien no tiene recursos, nadie se opondrá a que en sus calles se ponga un centro asistencial para ayudar a quien lo necesita. La gente de Santiago sabe muy bien que el hecho de ser pobre no implica perder la honradez, la honestidad o el decoro; aquí muchos han sido pobres pero muy pocos han perdido la compostura. Muchos en este barrio tienen aún grabado en sus genes los sufrimientos padecidos por sus familiares durante aquellos años trágicos de la posguerra. Hoy, todavía, Cáritas parroquial atiende silenciosamente a muchos de los vecinos que se encuentran sin lo más imprescindible. Sin embargo y a pesar de ello, en Santiago, a nadie le gustan los robos, la venta de droga, la expoliación del mobiliario urbano o la extorsión y defecación en portales y calles, venga de donde venga. Por eso pedimos a nuestros munícipes que no olviden que el ayuntamiento no solo debe gobernar para lograr el bienestar de los más desfavorecidos económicamente, sino para el de la población en general, para el de los niños, para el de los jóvenes, para el de los adultos y los ancianos, para el de los que tienen negocios y no los tienen, para los pobres y para los ricos, para los que gozan de buena salud y para los que la tienen mala, para todos.

Por esa razón desde la asociación 'Jerez por Santiago' estaremos atentos a que, si la inversión de 1,5 millones de euros procedente de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional se concede, se emplee para atender a la rehabilitación de los más necesitados y para su reinserción en la sociedad tal y como se anuncia. Pero estaremos atentos, también, a que esta inversión se emplee del modo y forma que no produzcan malestar a los vecinos del barrio de Santiago, para eso el ayuntamiento solo tiene que planificar las reglas de funcionamiento del nuevo centro pensando en que la convivencia de sus usuarios y vecinos sea la deseada. Esta feliz convivencia solo se logrará si en las calles hay seguridad, limpieza y orden.

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