La esquina
José Aguilar
Las pelotas de Bildu
La columna
LA última vez que tuve ganas de mandar a la mierda a un Obispo fue hace ya un par de años, cuando leí unas declaraciones de un purpurado africano manifestando que prefería que la gente se infectara con el virus del sida a que usara preservativos. Cinco minutos de sida, con su angustia, sus tormentos físicos, su rotunda soledad, le daba yo a ese mamarracho para devolverlo luego a la plena salud, a ver si seguía pensando lo mismo.
El sida ha matado a los mejores de nosotros. El sida, que no es más que una enfermedad aunque en su momento los iluminados quisieron verla como un castigo de Dios dirigido contra drogadictos, homosexuales y otros descarriados, ha matado a una hornada de inocentes criaturas muchas de las cuales podían haberse salvado con el uso del condón, ese finísimo artilugio que impide embarazos no deseados y la transmisión de enfermedades tan espeluznantes como el sida.
El Papa ha dicho ahora que en el caso de prostitutas la Iglesia va a abrir la mano con respecto a los condones, y algunos se lo han tomado como un gesto rompedor, revolucionario, del pastor alemán, cuando lo verdaderamente revolucionario sería que el Papa reconociera que el sexo no es sólo la intención procreadora, sino el regocijo legítimo de cuerpos que se anudan sin más objetivo que la ternura, el placer, el conocimiento. De acuerdo en que no hay que banalizar el sexo, pero a santo de qué impedir que la gente que se ama haga el amor. Por qué no van a compartir sus cuerpos los que lo comparten todo.
Con condón o sin condón la gente va a seguir a lo suyo porque esto no tiene enmienda. La Iglesia hace bien en pedir moderación en las conductas, pero tiene la guerra perdida si cree que prohibiendo los preservativos va a acabar con el sexo. Antes bien, y aunque no es su estilo, podría dar una muestra de piedad, de humildad, de humanidad, exhortando al uso responsable del condón, pero permitiendo el uso general de unos artilugios tan molestos como beneficiosos, que al tiempo que impiden la procreación no deseada salvan la vida.
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